Non Sancta

Por Nizaleb Corzo

 

Ayuno. La práctica privativa de alimento o cualquier gozo carnal es una singularidad para la mayoría de las religiones. Es una especie de entrega particular, sensiblemente delicada porque algunas personas llegan a padecer alteraciones de su nivel de consciencia por la abstinencia y alcanzan a imaginarse escenarios futuristas, fatalistas, alentadores o simplemente fantásticos… dependiendo de su circunstancia emocional, sin la necesidad de ayudarse de algún estupefaciente.

 

En el Islám, el ayuno se practica durante el Ramadán. En el octavo mes del calendario musulmán. Mientras el sol se expone, los practicantes de esa creencia tienen prohibido probar alimento alguno. Se trata, entre otras costumbres, de practicar la generosidad. Se establece también como un periodo de paz. Cualquier guerra se detiene en esas fechas.

Para los católicos, la Semana Santa es también una época de ayuno. Se suspende el consumo de carnes rojas y se fomenta la ingesta de pescados y aves. Muchos hacen una especie de entrega y dejan de consumir alcohol, postres, en fin. Comienza todo con una gran fiesta conocida como Carnaval, tan famosa en Veracruz, México, como en Río de Janeiro, Brasil. Y termina con la Pascua, cuando se conmemora la resurrección de Jesús, después de haber sido crucificado.

Como en el Ramadán, durante la Semana Santa –hasta la Pascua-, los católicos evitan el enfrentamiento. En México, particularmente, se suspenden incluso las labores. Es una vacación intermedia de comienzos de primavera. Cierran los bancos, las escuelas, las oficinas gubernamentales y algunos comercios. En materia política tampoco se mueve gran cosa. Salvo alguna que otra organización aprovecha para colar algún chisme para romper con la pausa.

Después de esa calma, en años como el actual –de contienda electoral-, en México se avecinan tormentas inconmensurables en el terreno político. Después de haber celebrado en familia, viajando o descansando. Los políticos saldrán a la batalla por los próximos comicios federales intermedios y en algunos estados por la sucesión de sus gobernadores. Se terminará el plazo de buenos deseos, pasividades y ceremonias religiosas. Se abrirá paso a la injuria, el enfrentamiento y la manipulación de la información. Sabremos, sin necesariamente necesitarlo, cuál político es más corrupto que otro. También nos harán llegar de información acerca de la privacidad de los candidatos, exponiendo a sus familias, desde sus antepasados hasta los parientes en tercer o cuarto grado.

Entiendo, entonces, que la práctica de la frugalidad momentánea, es sólo un momento clave para recargar energía en materia electoral. Permite a los políticos y demás congregados un espacio de planeación estratégica para los siguientes pasos en el camino a las votaciones. La reflexión interior queda de lado, para dar paso al gozo por el lucro y manejo de las decisiones de cada elector. ¡Bendita práctica!

Lejanos a las costumbres religiosas mexicanas, la clase política se prepara sigilosamente para la gran batalla. Ya veremos en breve cómo se llevan a cabo las contiendas por cada curul y los demás espacios públicos. Se inundará de propaganda las calles. Los espectaculares se llenarán de caras conocidas y otras no tanto. Llamadas telefónicas, encuestas, opiniones diversas. En fin.

 

La ciudadanía, por su lado, deberá aprovechar las fiestas pascuales. Prepararse física y emocionalmente para vivir el momento carnal y más lujurioso de la política mexicana. Que el Dios de cada candidato los agarre confesados. Porque más de uno verá su vida pasar de largo cuando se destape la caja de Pandora que se abre con cada contienda pública. ¡Feliz regreso a la realidad! Auguro grandes conflagraciones, variedad de propuestas con poco sustento y poca armonía en los meses por venir.