Don José Román, ejemplo de tenacidad

Perdió una de sus extremidades en las fuertes lluvias de 1998

 

Juan Antonio González

 

Pijijiapan, Chis.- Pijijiapan es una de las ciudades que integran la mal llamada Costa Chica. Este municipio es calificado como una de las zonas de mejor productividad, tanto ganadera como agrícola; hombres que trabajan de sol a sol, que son ejemplo de capacidad para salir adelante y don José Román Farfán Toledo, no nos deja mentir, perdió una de sus extremidades en 1998, exactamente el 8 de septiembre, cuando una fuerte tormenta azotó la región.

 

“Eran la tres de la madrugada de ese 8 de septiembre, sino mal recuerdo; de hecho, las lluvias ya habían iniciado días antes, pero esa madrugada se inundó la ciudad, las calles del centro eran verdaderos ríos; yo salí a una de las avenidas y ahí me arrastró una fuerte corriente a más de doscientos metros, fui a parar donde había un taller mecánico, fue ahí donde me ensarté en la pantorrilla derecha una varilla”, recuerda.

“Las corrientes movían constantemente la varilla que tenía ensartada, y poco a poco se fue aflojando hasta que me la arrancó; no tuve atención medica por varios días y después en un helicóptero me trasladaron Tapachula donde me operaron, me quitaron toda la pierna, me desarticularon completamente, porque ya tenía gangrena”, dice don José Román quien ahora tiene 74 años.

“En ese tiempo, yo era trabajador de la administración que encabezó el profesor Gilberto de los Santos Cru;, pero el gobierno estatal, en ese tiempo no me dio ningún apoyo ni me dejó pensionado, aun así sigo adelante, sin una pierna, como puedes ver”, señala. Pese a su discapacidad, el señor Farfán sigue su vida normalmente, aunque obviamente se tiene que sostener con sus muletas.

“Nunca me di por vencido, siempre tuve fe en Dios y no me ha desamparado; voy a seguir adelante hasta que me vaya de esta vida”, añade. Las lluvias que cayeron durante esos días en Chiapas, triplicaron la cantidad de agua que comúnmente había caído en años anteriores en el mes de septiembre, era un diluvio, dice.

Las lluvias fueron provocadas por la depresión “Javier”, que se localizaba frente a las costas de Baja California Sur y que luego se desplazó más al sur. La intensa precipitación pluvial provocó que, en pocos días, en el estado se encontraran inundaciones, deslaves de cerros, derrumbes, entre otras contingencias.

“Allá en el cerro, había una familia que le decían los negritos, creo que eran como 13 personas, dicen que todas ellas murieron, fueron arrastrados por las corrientes y nunca se localizaron sus cuerpos porque quedaron sepultados”, reiteró.

Se dice que la deforestación, producto de incendios forestales y de la tala ilícita, provocó que una parte importante de la sierra tuviera enormes deslaves y arrojara, junto con el agua, considerables cantidades de piedra y lodo. Los cerros se desgajaron porque ya no tenían suficiente cubierta vegetal. Otro factor que provocó que la inundación se convirtiera en desastre, fue que parte de la población habitaba asentamientos irregulares; muchas viviendas se encontraban ubicadas en las márgenes de los ríos.

De acuerdo con datos que tenemos a la mano, durante los primeros días de septiembre de 1998, varios municipios costeros y de la sierra quedaron totalmente aislados. Había más de 500 mil personas sin energía eléctrica, agua potable, alimentos, medicinas, combustible, ropa. Hubo poblados que se dividieron en dos a causa de la crecida de los ríos, el agua arrastró el lodo, que en algunas ocasiones alcanzó hasta 70 centímetros de altura.

 Y el agua llegó hasta niveles de dos metros. La autopista costera de 240 kilómetros que une a Tonalá con Tapachula quedó prácticamente destruida por la caída de puentes y la ruptura de la carpeta asfáltica.

Don José Román, recuerda con tristeza que en esa fecha en la comunidad Valdivia, municipio de Mapastepec, las casas fueron arrastradas “murieron muchas personas, no sé cuántas personas, pero todo fue horrible”, concluye con tristeza.

 

“Era la tres de la madrugada de ese 8 de septiembre, se inundó la ciudad, salí a una de las avenidas y ahí me arrastró una fuerte corriente a más de doscientos metros, fui a parar donde había un taller mecánico, fue ahí donde me ensarté en la pantorrilla derecha una varilla”

 

José Román Farfán Toledo