'Buenas personas', más allá del destino

La obra de teatro plantea qué significa ser buena persona y se cuestiona hasta dónde construimos lo que tenemos o es parte de otras acciones

Nota y foto: Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

¿Qué significa ser una bue­na persona? ¿Se puede mo­dificar el destino? ¿De quién depende? ¿Hasta dónde lo construimos o simplemente nos dejamos llevar por el co­tidiano? Tales preguntas se hacen latentes a través de la obra protagonizada por Ar­celia Ramírez y Odiseo Bi­chir, Buenas personas.

 

Con el texto del drama­turgo estadunidense David Lindsay-Abaire, la compañía dirigida por el joven mexi­cano Diego del Río hace una reflexión profunda du­rante una crisis, acerca del punto al que hemos llega­do y si realmente lo que ha­cemos es lo que habíamos soñado.

“También, hay una di­mensión de qué pasa con las decisiones que tomamos y qué hubiera pasado si hu­biera decidido otra cosa. Si realmente lo que decidimos es lo que va construyendo nuestra vida o todo hubiera sido igual. ¿Nosotros pone­mos para que fuera distinto o hay una cosa predestinada que no nos deja salir de don­de estamos? ¿Depende de ti, es una responsabilidad tuya o del entorno? ¿Qué te ayudó a construirte?

Hay una dimensión de destino muy cruel, ¿cuáles son los elementos que juegan y qué es eso de ser una bue­na persona? Es un diálogo y una confrontación perma­nente contigo. En los mo­mentos de crisis es cuando evalúas qué pasó, dónde es­toy, qué te hizo llegar a don­de estás. Es de gran lucidez y sabiduría el texto acerca de lo que es lo humano; es cru­do”, afirmó Arcelia Ramírez en entrevista con Excélsior, durante uno de los ensayos del montaje.

Buenas personas tiene como premisa la historia de Margarita (Arcelia Ramírez), quien acaba de ser despedida de su trabajo en una tienda. A días de ser también desalo­jada de su departamento en la colonia Nezahualcóyotl, contacta con Miguel, un ami­go de su pasado que logró salir de la colonia, ir a la uni­versidad y que ahora es un exitoso doctor.

Este personaje es re­creado por Odiseo Bichir, quien se cuestionó, como sus compañeros, si es una buena persona o según qué parámetros.

“Es una indagación de qué has hecho con tu vida en el punto en el que te en­cuentras y eso puede ser no muy cómodo, doloroso, pero también liberador para tirar el peso que te está lastran­do para continuar el viaje. El mundo es muy cambiante y nos exige preguntarnos al menos ¿yo quién soy, qué es­toy haciendo y qué papel es­toy jugando no sólo conmigo, sino con la gente cercana y quienes te rodean e incluso no conoces?

¿Es mejor seguir por inercia, continuar porque crees que no hay de otra, que no hay alternativa? Es un texto sabroso, es un man­jar con muchas resonan­cias; es inteligente, con un sentido del humor fino, así que el espectador podrá in­gresar en él, salir sanos y salvos y ya en su casa se las verán con sus pesadillas”, expresó Odiseo Bichir.

Para la actriz Concepción Márquez lo fundamental de la obra es dejar una reflexión profunda y revalorar lo que sucede en la sociedad.

Algo que me parece muy doloroso, pero que es real, son las diferencias entre quienes están llenos de opor­tunidades y los que no tienen casi ninguna. La obra obser­va cómo estos opuestos se encuentran”, dijo.

El actor Cuauhtli Jiménez detalló que los personajes hacen un planteamiento del por qué están en transitando por el lugar en el que se en­cuentra su vida y desean salir adelante.

Hay juicios sobre el que está enfrente, de por qué uno de ellos sí pudo hacerlo. La obra te lleva a pensar si los porqués que llevas son ver­daderos, si influyeron otros factores y la posibilidad de empatizar, ponerte en los za­patos del otro, y entender que su circunstancia es distinta y quizá no porque no haya lo­grado lo que se propuso, no tiene un camino de lucha. Además, el texto nos lleva a mirar el sistema económi­co. Tiene muchas lecturas”, acotó.

Montserrat Mara­ñón explicó que los per­sonajes opuestos también cuestionan si sus situacio­nes actuales dependieron de los elementos exter­nos o del esfuerzo perso­nal para ser una persona exitosa.

¿Qué tanto es que le echaste ganas o qué tanto es que estabas en el momento ideal y en el lugar adecua­do? ¿Qué tanto agradece­mos lo que tenemos? ¿Por qué cree que llegó ahí? Es­pero que el espectador lle­gue, vea una obra y diga ‘soy afortunado de lo que tengo, aquí’. Es un ejercicio indivi­dual, pero también habría que hacerlo colectivo y más ahora, en el que el país tie­ne que trabajar en conjunto”, concluyó Marañón.