Punta de plata, del trazo a la palabra

Sesenta años después, se reedita un libro célebre que fundió el talento de dos genios: el dibujante Héctor Xavier y el escritor Juan José Arreola, de quien hoy se conmemora un siglo de su natalicio

Nota y foto: Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

Dibujar con la difícil técnica punta de plata y captar la personalidad de los animales fueron las dos grandes pasiones que el artista Héctor Xavier (1921-1994) unió para dar vida, hace 60 años, al libro Punta de plata (1958), aventura que compartió con el escritor Juan José Arreola (1918-2001).

 

Tras pasar largas horas durante un año contemplando a los animales en el Zoológico de Chapultepec, familiarizándose con ellos e incluso entrando a sus jaulas, el dibujante veracruzano confeccionó las 24 ilustraciones que aparecen en este volumen, acompañadas por 18 textos de Arreola.

Con motivo del centenario del natalicio de este narrador jalisciense, que se conmemora hoy, el sello Joaquín Mortiz reedita Punta de plata para un público infantil y juvenil más amplio, además en formato electrónico.

“Mi papá fue un gran dibujante. Siempre se impuso retos. Entre más difíciles eran sus búsquedas, mejor para él. Por eso se enamoró de la técnica punta de plata, que descubrió en 1952, cuando llegó a Roma y conoció las obras de Leonardo da Vinci y Filippino Lippi”, comenta a Excélsior en entrevista Dabi Xavier.

La hija del creador plástico afirma que su familia está feliz de que se revalore el legado de Héctor Xavier, pues en este título se aprecia la vigencia de su trazo. “Sus dibujos son de gran calidad, etéreos, suaves. Él decía que su obra era muy sensual. Le preocupaba mucho el ritmo. He llegado a la conclusión de que dibujaba haciendo respiraciones que le permitieran el trazo, como en una especie de meditación”.

Quien se ha dedicado a rescatar del olvido la obra de su padre cuenta que él comenzó a estudiar la punta de plata en Roma; pero quedó tan fascinado que, luego, al pasar por Nueva York, encontró una tienda donde vendían blocs con papel preparado para punta de plata y compró uno.

“Al llegar a México, empezó a experimentar con un alambre de plata, lo metió a un lapicero y comenzó a dibujar, así se hizo su propio estilete metálico. El papel ya venía tratado con algo que se llama blanco de china, que es un óxido de zinc. Trazas y ya no puedes borrar ni corregir. Dominar esto fue uno de sus grandes retos”, agrega.

La egresada de Filosofía y Letras de la UNAM añade que Xavier experimentó esta técnica dibujando bailarines. “Pero, como le encantaban los animales, fue al zoológico y se hizo amigo del director. Se metió a las jaulas y empezó a dibujarlos. Incluso un día lo lastimó una foca. Invirtió mucho tiempo, pues debía esperar a que los animales volvieran a su posición inicial”.

Destaca que, mientras dibujaba, le pareció interesante que Arreola escribiera los textos y lo invitó. “Al escritor le fascinó la idea. La UNAM invitó a Arreola a publicar un libro y propuso este bestiario”.

Detalla que este no fue el único proyecto que emprendieron juntos su padre y el autor de La feria, quienes se identificaban por su formación autodidacta y porque habían sido vendedores.

“El logotipo de (la colección) los Cuadernos del Unicornio, que dirigió Arreola, lo diseñó mi padre. Le hizo dos retratos. Y también ilustró los poemarios de Jaime Labastida, Raúl Renán y Marco Antonio Campos, entre otros”, señala.

La autora del libro Héctor Xavier. El trazo de la línea y los silencios dice que esta nueva edición de Punta de plata fue posible gracias a que el músico Alonso Arreola, nieto del juglar jalisciense, la contactó con la editorial. “Mi padre está totalmente olvidado. Por eso me da gusto que esta edición, que además lanzan como e-book, llegue a grandes públicos”, dice sobre el título que se presentó anoche en la Universidad del Claustro de Sor Juana.

José Emilio, amanuense

Los dibujos de felinos, aves, osos, elefantes y camellos, entre otras especies, que trazó Héctor Xavier inspiraron los textos de Arreola que fueron dictados, a lo largo de una semana, del 8 al 14 de diciembre de 1958, al entonces joven poeta José Emilio Pacheco (1939-2014).

Según narra el también ensayista en el artículo Amanuense de Arreola, incluido en el libro, el narrador y actor hizo gala de su “genial oralidad” mientras él iba escribiendo los textos en una libreta con tinta verde, que luego pasó a máquina. Así, en Punta de plata cohabita la obra de dos creadores singulares.

Además de este título, Joaquín Mortiz conmemora el centenario del natalicio de Arreola reeditando, reunidas en una caja conmemorativa, cinco de sus obras: Varia invención, Palindroma, Bestiario, La feria y Confabulario.

En un comunicado, la editorial apunta que Arreola “logró jugar con las palabras, el humor y hasta con él mismo para convertirse en todo un personaje. Sus cuentos son el resultado de todas sus experiencias vividas”.

Carmina Rufrancos, directora literaria del sello, lo define como un sabio cuyo conocimiento lo ponía al alcance de todo el mundo. “No había que ser un iniciado, él no ponía ninguna distancia entre ese hombre genial de las letras, el lenguaje, las palabras y las historias. Buscaba que siempre llegaran a la gente, buscaba ser cercano al ciudadano más común, al igual que a las personas mucho más ilustradas. Eso es algo que le interesaba mucho, no poner distancia entre la literatura y los lectores”.

En esto coincidía con Héctor Xavier, sólo que el dibujante, concluye su hija, se mantuvo fuera de los reflectores, “en la orillita”, como él decía. “Se dedicaba a trabajar. Socialmente no se involucró tanto. Tal vez el olvido en que está su obra es consecuencia de esto”, lamenta quien se ha propuesto rescatar su legado.