Eduardo Abaroa reúne su tipología creativa

El Museo Amparo presenta la primera retrospectiva del artista, bajo la curaduría de Daniel Garza-Usabiaga

Nota y foto “Excélsior”

CIUDAD DE MÉXICO.

Cuando Eduardo Abaroa (Cd. de México, 1968) mira en retrospectiva su trabajo, encuentra un aprendizaje discontinuo. Dos momentos distintos de asimilación de su entorno y maneras de proyectarlo. “Pareciera que son dos artistas diferentes”, lanza el artista. El primero es el de la década de los 90 con obra más humorística y actitud irreverente; el segundo, el de ahora, con proyectos de crítica directa al entorno político-social.

 

Son dos artistas contenidos en uno mismo, juega Abaroa. Pero en realidad es su evolución en espiral durante casi tres décadas. La circulación de ideas no lineales ni planas que se complementan para entender el presente. “Me interesan materiales e ideas que se van distribuyendo en el tiempo y espacio de mi trabajo”, apunta en entrevista quien por primera vez expone obra temprana con la más reciente en un mismo proyecto expositivo.

Se trata de Tipología del estorbo, una revisión de su producción artística a partir de los años 90 que se inaugurará el 10 de junio en el Museo Amparo. Sin ser una retrospectiva estrictamente, la selección de obra ofrece una lectura del desarrollo conceptual y formal del artista.

Abaroa afirma no haber hilos conductores que tracen una cronología, pero sí hay puntos de encuentro. Intereses o herramientas del pasado que vuelven en el presente. Con la curaduría de Daniel Garza-Usabiaga, en la muestra se presentará una serie de esculturas y dibujos que embonan conceptualmente con proyectos emblemáticos como Destrucción total del Museo de Antropología y La gran catástrofe del oxígeno.

“Hay recursos que sí se repiten, pero creo que se mantiene un tono diferente. En la primera etapa era muy nihilista, un humor, pero muy cáustico, a veces humor negro porque no tenía mucha confianza en una crítica estructurada y tampoco había las armas que hay ahora de información para hacer esas críticas fácilmente. Ahora sigo siendo escéptico, pero más complejo, más directo e intento a partir de atacar problemas específicos hacer esos comentarios puntuales. Por ejemplo, antes me interesaba el espacio público, pero no con una connotación política como ahora”.

Entonces cuando uno de los fundadores del espacio alternativo Temístocles 44 refiere a un crecimiento en espiral habla de una evolución paulatina. Primero conceptual en el sentido de descentralizar su interés de estudio, pues en los primeros años focalizó su atención en la Ciudad de México. Después comprendió que en otras ciudades del país ocurren muchos más fenómenos sociales y culturales que merecen un estudio desde el arte.

“Llega un punto en que haces algo muchas veces que ya no satisface con la complejidad necesaria, y eso me pasó; yo trabajada desde la ciudad temas como el capitalismo, la globalización, pero no miraba al resto de México frente a una realidad muy amplia, ahora pienso que hay que darle voz a las personas que están en lugares retirados, que están siendo afectados por despojo y no nos damos cuenta”.

Y segundo en términos formales, pues Abaroa no se limitó al dibujo bidimensional que hizo en los 90. Desarrolló escultura, video, performance e instalación. Incluso confiesa que se siente más cómodo con piezas tridimensionales que en el trazo plano. “Me interesa la multiplicidad de lenguajes, como la idea de que un escritor pueda hacer ensayos, cuentos o novelas al mismo tiempo”, comenta quien ha expuesto en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, el Museo Nacional Reina Sofía, y la Bienal de Sao Paulo.

Contra el fetichismo

La producción de Abaroa tiene como punto de partida el análisis y reflexión sobre los monumentos de modernidad como instituciones culturales o símbolos de avance tecnológico. Es el caso del proyecto Destrucción total del Museo de Antropología (2012) como una fractura al sistema de control de conocimiento. Un quiebre al museo como aparato tecnológico. Y, de hecho, esta pieza representa un parteaguas en su producción.

“Veo el museo como un objeto tecnológico de reproducción de contenidos y de una manera de tener la producción cultural que siempre está desfasada de la realidad, en este caso del Museo de Antropología desfasada del pensamiento indígena. En esta exposición veremos nuevas piezas de este proyecto que son las notas de complemento que hice de las esculturas que simulan la destrucción”.

El proyecto consistió en un plan para demoler por completo el recinto con más de 40 años de historia. Planteó que sólo se necesitarían dos meses para tirar con maquinaria pesada y activos explosivos el espacio diseñado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Una suerte de “sacrificio simbólico” para destruir la visión tradicionalista del pasado nacional y entonces construir nuevos cimientos socioculturales. Antropólogos, historiadores y artistas han felicitado el proyecto mientras arquitectos lo rechazan, contó.

También destaca la pieza Fotosíntesis: La gran catástrofe del oxígeno (2015) que utiliza la ciencia ficción para proponer que el hombre podría terminar con el ecosistema como lo hicieron hace dos mil millones de años las algas marinas que absorbieron el oxígeno por completo. El proyecto es en una serie de esculturas moldeadas en cera pigmentada, yeso y plastilina; un video y textos que hacen un relato ficticio.

En otras piezas resalta su interés por conocer la cultura indígena con la intención de dar visibilidad a su valor en conocimiento. “En una ocasión visité una comunidad donde usaban como cuchara un apio, parecería tonto, pero si nos ponemos a pensar todos los procesos industriales que se necesitan para hacer utensilios, es más inteligente lo que hace esta comunidad”. Lo mismo está en contra del fetichismo tecnológico que provoca construcciones como el nuevo aeropuerto en la Ciudad de México.

Para Abaroa su obra puede entenderse como un estorbo. Una escultura que impide el libre tránsito en un espacio museístico que empuja al espectador a reflexionar.