Sobrevivió al bombardeo

Luis Ortiz Alfau tenía 20 años en 1937; hoy rememora el bombardeo de Guernica, que inspiró la obra de Picasso

Nota y foto “Excélsior”

MADRID.

Allí estuve yo, aquella tarde del 26 de abril (de 1937), recogiendo muertos y heridos”, recuerda Luis Ortiz Alfau, un hombre de cien años de edad que hace 80 era un soldado republicano español. Llegaban, rememora, aviones alemanes e italianos en apoyo a Francisco Franco: “Tiraron las bombas incendiarias después de haber tirado las destructivas”, relata. Y entonces ardió la pequeña ciudad de Guernica.

 

Fue el bombardeo a la villa vasca por parte de la milicia alemana en su intervención en la Guerra Civil española, que había iniciado nueve meses antes (julio de 1936). El ataque que recuerda sin titubeo Oritz Alfau se conoció como la “guerra del terror” por bombardear desde el aire a los civiles, una táctica empleada en numerosas ocasiones en la Segunda Guerra Mundial.

A las cuatro de la tarde empezaron a llegar tres aviones, cada cuarto de hora. Eran aviones alemanes e italianos que apoyaban a Franco y otros generales golpistas que se sublevaron el 18 de julio de 1936 contra la segunda república”, evoca el hombre que vive en Bilbao sobre el ataque que dejó entre 150 y 300 muertos.

Ortiz Alfau escarba en su memoria al enfrentarse al mural Guernica que Pablo Picasso pintó justo  después del ataque. Una obra en matices de blanco, negro y gris de más de siete metros de largo por tres que el artista de Málaga inició dos días después del bombardeo. En su estudio de la rue des Grands-Augustins, en París, trazó los primeros bocetos. La imagen surgió al ver los reportes de prensa sobre el ataque. Una obra que conmemora su 80 aniversario, y que el año pasado recibió 3.6 millones de visitas en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid.

El lienzo contiene no sólo la historia de ese ataque, sino elementos culturales de España que a Picasso interesaba, como los toros. La imagen del cuadro es una madre con su hijo muerto en brazos; la mujer se retuerce de dolor bajo la mirada de un toro impasible. Un miliciano despedazado con una espada rota yace en el suelo, pisoteado por un caballo desbocado.

Me impactan sus dimensiones, y puedo imaginarme lo que fue la contienda”, dice ahora Takahiro Yoshino, turista japonés de 20 años absorto ante el cuadro: “Parece que los personajes gritan”, insiste sobre una de las pinturas que más se ha estudiado desde su primera presentación en público el mismo año del ataque.

Instalado en París desde 1904, Picasso era ya uno de los nombres más importantes de la pintura mundial, y militaba en la II República española. El lienzo fue un encargo de las autoridades republicanas españolas, y se exhibió por primera vez en la Exposición Universal de París de 1937, donde podía verse los pabellones rivales de la Alemania nazi y la Unión Soviética.

Si bien la obra goza de un reconocimiento universal en el presente, en su momento recibió reveses. En los años 30, el crítico de arte británico Anthony Blunt aseguró que Picasso pertenecía al pasado. Mientras que el poeta francés Michel Leiris se quedó estupefacto por la pieza que describió como “inolvidablemente bello”. “Picasso nos envía nuestra carta de duelo: todo lo que amamos va a morir”, escribió.

El cuadro, como muchos otros españoles, vivió un periodo de exilio, pues luego de la Exposición Universal emprendió un largo periplo por Europa y EU, que sirvió para recaudar fondos destinados a los refugiados españoles de la guerra. En 1939 fue confiado al Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, donde permaneció más de 40 años.

Picasso, afiliado al Partido Comunista Francés en 1944, había dado la consigna de que el cuadro sólo podía regresar a su país natal cuando se devolvieran al pueblo español las libertades que le habían sido confiscadas. Así Guernica se convirtió en un símbolo de guerra para los españoles. Incluso los antifranquistas a menudo colgaban en sus paredes el póster del cuadro, recuerda el francés Emmanuel Guigon, director del museo Picasso de Barcelona.

En 1981, seis años después de morir Franco, la obra viajó a España en plena transición democrática. Su primera ubicación fue en el Casón del Buen Retiro, tras un “búnker de cristal a prueba de explosiones”. Ahí no atrajo muchos espectadores. Y desde 1992 entró a la colección permanente del Museo Reina Sofía.

La importancia que tiene en el inconsciente colectivo es tal, que lo defino como obra espiritual, siempre con la vocación de promover la paz”, dice Bernard Ruiz-Picasso nieto del pintor español.

A 80 años de su creación, Guernica ha servido de símbolo no sólo de la guerra española sino la universal, como la de Siria 2017. Su vigencia es tal que, en la ONU, los barrios arrasados de la ciudad siria de Alepo fueron descritos con “un Guernica del siglo XXI”.

En las manifestaciones de paz en Siria, algunas pancartas de civiles llevan la imagen creada por Pablo Picasso.