Herman Koch, detrás del snobismo literario

El célebre autor de ‘La cena’ adelanta los detalles de su novela ‘Estimado señor M.’, en la que desenmascara el mundillo de los escritores que se creen estrellas de cine

CIUDAD DE MÉXICO.

El mundo de la literatura, con sus escritores que se creen estrellas de cine, sus fiestas con mucho alcohol, las entrevistas de periodistas, las presentaciones de libros y hasta las preguntas del público, “un universo que conozco desde hace 40 años”, inspira la novela más reciente de Herman Koch, Estimado señor M.

 

El narrador holandés, considerado uno de los más destacados de los Países Bajos, ha decidido “jugar un poco” con el ambiente que vive a diario y “reírme de mí mismo, pues creo que en la sociedad moderna se sobrevalora al escritor y quiero compartir la reflexión de que lo más importante es la obra, el libro, no el autor”, confiesa en entrevista.

El señor M es un tipo de 80 años que siempre está de mal humor. Pongo en su boca mis observaciones y pensamientos. Es un poco más pedante que yo. Se hace tratar como una diva”, afirma el cuentista y novelista nacido en 1953.

Dice que no entiende por qué en un barrio donde viven 20 personas y una de ellas es escritor, todos están muy atentos a su opinión. “Como si supiera más o pudiera abordar correctamente cualquier tema, sobre política o comida. No es cierto, un escritor es como los demás. Creo que debe concentrarse en su trabajo y opinar menos”, agrega.

Añade que los narradores deben ser como la italiana Elena Ferrante. “Bueno, realmente no se sabe si es mujer u hombre. No da entrevistas. Nadie sabe quién es. Y ha dicho que el libro debe existir independientemente del autor. Yo estoy de acuerdo”, añade.

Quien es ampliamente conocido en su país por sus libros, sus columnas periodísticas y su trabajo de actor en televisión detalla que detrás de Estimado señor M., que editorial Salamandra publicará en español en marzo próximo, está su crítica a cómo se ha tergiversado este oficio, a tal punto que el mismo escritor se cree especial.

Descubrí que uno mismo se impone rutinas absurdas. Antes escribía cinco horas diarias, de diez de la mañana a tres de la tarde. Pero me di cuenta que sólo redactaba las dos primeras horas era bueno, lo que hacía las últimas tres horas casi lo podía tirar a la basura. Así que cambié mis hábitos y ahora prefiero trabajar dos horas a la máxima concentración”, señala.

También se obligaba, admite, a descansar un tiempo entre novela y novela, pero se percató que trabajando dos horas diarias no es necesario haces pausas, “porque me siento muy vivo todo el tiempo”.

Quien debutó en 1985 con la colección de relatos De voorbijganger dice que ha aprendido que un escritor debe dejarse llevar por la libertad y la sencillez para que su obra sea honesta.

No soy de los que bosqueja en una libreta la siguiente novela. Me gusta renovarme siempre. Ahora mi gran sueño es que mis libros estén en otros idiomas, sobre todo en los grandes, el español y el inglés, para llegar a un número mayor de lectores”, destaca.

Cierra una trilogía

La fama le llegó a Herman Koch de la mano de La cena (Salamandra, 2010), novela que fue la sorpresa editorial en Holanda en 2009 y fue seleccionada como Libro del Año y galardonada con el Premio del Público.

¿El secreto? Abordaba el desmoronamiento de la familia en la sociedad contemporánea y echaba una mirada irónica a las costumbres de las clases media y alta de su país.

Cuando yo era joven, recuerdo que había más conflictos generacionales, estar contra los adultos era nuestro motor, nos hacía crecer. Esto ha cambiado mucho. Los jóvenes ahora no luchan tanto con sus padres, se quieren ir de casa pero no tienen prisa. Cenan y viajan con ellos. Esto los ha hecho un poco dependientes, ya no persiguen igual sus sueños”, piensa.

Esta temática, de familias con hijos problemáticos, fue abordada en dos títulos más, además de La cena: Pensando en Bruce Kennedy y Casa de verano con piscina, con la que da por cerrada una suerte de trilogía de novelas familiares en la que muestra “las pequeñas miserias de la clase burguesa europea”.

En esta última, que promueve en México, explora temas contemporáneos como el malestar de la familia, la difícil comunicación entre padres e hijos o la falsedad en las relaciones sociales, “así como el deseo, la culpa o el ansia de venganza en el seno de una sociedad permisiva y autocomplaciente”.

Koch trata asimismo en la trilogía la cuestión de las apariencias, en este caso a través de unos artistas, propietarios de la casa con piscina a la que invitan a un médico y su familia.

Es el precio que pagamos por tener una sociedad de bienestar que a veces puede ser un poco aburrida. El sentido común dice que ahora todo está bien, aunque están cambiando varias cosas, con el terrorismo y los refugiados. Hay que estar atentos a estos cambios”, detalla.

El autor confiesa que, aunque La cena ha tenido más éxito (“lo que no quiere decir que sea mejor”), él prefiere Casa de verano con piscina. Y está convencido de que el éxito no hace más difícil escribir una nueva historia. “Al contrario, me estimula a innovar, a buscar algo más complejo y original”.