Teatro mexicano, con un futuro incierto

El Programa Nacional de Teatro para Niños y Jóvenes opera de forma irregular y no todos los estados lo aplican, lo cual merma la creación de nuevos públicos

CIUDAD DE MÉXICO.

Es incierto el futuro del teatro profesional en México porque el programa más importante del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) es insuficiente, carece de recursos, es atacado por la piratería y no cuenta con el apoyo de todos los titulares de cultura en el país. Se trata del Programa Nacional de Teatro para Niños y Jóvenes que este año cumple dos décadas… y se mantiene a la deriva.

 

Al respecto dramaturgos, teatreros y productores explican que los resultados de este programa son magros, ya que sólo 20 por ciento de niños y jóvenes mexicanos tiene acceso a una puesta en escena de calidad. Esto, pese a que en su declaratoria de bienes y servicios, la UNESCO establece que niños y jóvenes deben tener acceso a este producto cultural, al menos una vez en cada ciclo escolar.

Esto ha propiciado el desarrollo del teatro pirata, la falta de nuevos públicos, la disminución de empleos para teatreros y un círculo vicioso que ha llevado a esta disciplina a la endogamia, es decir, a crear y producir teatro para los mismos creadores de esta disciplina.

Así lo comentan a Excélsior los dramaturgos y directores teatrales Enrique Olmos de Ita y Antonio Zúñiga, quienes lamentan la falta de interés del INBA para llevar el teatro a entidades como Chiapas, Guerrero, Tabasco, Tamaulipas y Campeche, mientras que en Durango, Morelos, Nayarit y Tlaxcala lo mantienen intermitentemente.

Olmos de Ita recuerda que, a principios de los años 90, Otto Minera y Mario Espinosa crearon en la Ciudad de México este programa del INBA. Cinco años después el modelo fue exportado a los estados, pero no ha tenido buena suerte.

Aunque hay lugares donde este programa se ha mantenido con éxito. Es el caso de Hidalgo, Yucatán, la Ciudad de México (que opera en INBA), y la ciudad de León, impulsada por el gobierno municipal, y recientemente Baja California y Jalisco.

“En el caso de Tamaulipas es una situación especial, ya que sí contaban con el programa, pero la inseguridad hizo que fuera difícil sacar a los chicos de las escuelas y en últimos años… se perdió”, lamenta.

A esto se suma el hecho de que los montos de producción no se han modificado en los últimos 20 años, dado que el INBA mantiene un tabulador arcaico para el pago de creativos cifrado en un promedio de 79 mil pesos por producción (actores incluidos), con una aportación complementaria por el gobierno local.

“Lo cierto es que el volumen de puestas en escena y el número de espectadores a los que llegan estos montajes, es inferior al que debiera llegar, considerando el volumen demográfico del país. Esto, sin contar a los payasitos que aparecen en parques y plazas del país, porque hablamos de teatro profesional y ése es otro tema”, considera.

Por ahora lo que queda es impulsar el presupuesto para este programa, asegura. Y para eso hay dos formas: que la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados cree un marco normativo que permita una ampliación presupuestal en este programa, con una gestión independiente al INBA que no cuenta con capacidad operativa.

O que la Coordinación Nacional de Teatro, encabezada por Juan Meliá, lo pacte con el director de Vinculación Cultural de Conaculta en la Reunión Nacional de Cultura, para que cada estado ejerza uno de los 35 millones de pesos anuales con que cuenta el INBA.

Por último, Enrique de Olmos Ita asegura que es importante realizar un censo en todo el país para enlistar a todas las compañías profesionales, pues desde hace años se ha detectado que en Xochimilco, Milpa Alta e Iztacalco existen compañías pirata –que incluso falsifican acreditaciones del INBA– para llevar a las escuelas “montajes patito”.

Presencia decadente

El director teatral Antonio Zúñiga lamenta que el Programa Nacional de Teatro para Niños y Jóvenes no tenga una presencia contundente en el país. “Lo cierto es que poco a poco ha ido decayendo en el panorama nacional, pues el INBA ha mantenido estáticos y reducidos sus presupuestos”.

Además, es muy lamentable que en los últimos años pocos estados se inscriben en este programa. “Hay que decirlo: depende de los estados que lo quieren, pero muchos no lo solicitan al INBA, pese a que es un programa absolutamente necesario y muy importante para tener un diagnóstico de la situación nacional del teatro”, abunda.

Otro de los problemas de este programa es que los pagos casi siempre llegan tarde. “He sabido de compañeros a quienes les llegó el pago un año o dos años después”.

Además de esto, producir una obra con 79 mil pesos y un pago de 10 mil pesos por 80 funciones a los actores es verdaderamente sacrificado. “Sin embargo, en muchos estados es la única manera de acceder a una producción propia”, detalla.