El desarrollo sustentable y el valor de la biodiversidad, retos impostergables de la globalidad (SEGUNDA PARTE)

Punto de Cruce

El desarrollo sustentable y el valor de la biodiversidad, retos impostergables de la globalidad (SEGUNDA PARTE)

Por Froilán Esquinca Cano

Por ello, la dimensión ambiental en la planeación del desarrollo es indispensable para garantizar el bienestar social, el desarrollo económico y la conservación del patrimonio natural. La tardía e insuficiente atención al tema ambiental en nuestro país, nos ha llevado a una grave degradación de los ecosistemas, el aumento de riesgos en la salud humana y a la vulnerabilidad de la población ante los fenómenos naturales extremos, lo que nos conducen a grandes ineficiencias económicas que afectan el bienestar colectivo, porque agudizan las pérdidas en la base natural del desarrollo y aumentan sus costos de reparación, y reducen nuestro potencial de desarrollo en el mediano y largo plazos.

Es evidente que el debate nacional gravita en torno de las preocupaciones por la inseguridad pública y la violencia; el desempleo y la crisis económica; la corrupción, la impunidad y la ineficiencia; los bajos salarios y la inseguridad social. Fenómenos como la alta emigración de las zonas rurales tienen una raíz profunda en el deterioro ambiental y la degradación de los ecosistemas locales. El campo mexicano ha dejado de ser rentable económicamente y, por si fuera poco, en muchas regiones también ha dejado de producir los servicios ambientales (agua limpia, aire respirable, suelos productivos, recursos forestales) de hace unas décadas. 

Seguridad y justicia ambientales deberán ser reconocidas como derechos humanos a fin de garantizar condiciones de equidad en el acceso a bienes y servicios ambientales para una vida digna de la población. La justicia ambiental está estrechamente vinculada al cumplimiento de otros derechos otorgados por la Constitución, como los de la salud y la vivienda.

Por lo mismo, las cuestiones de la sustentabilidad y su dimensión ambiental no deben ser tratadas como un agregado marginal de las preocupaciones públicas; no se pueden seguir viendo como un lujo o como un asunto menor, a fin de cuentas secundario, del quehacer nacional, sea gubernamental o ciudadano, colectivo o personal, que pueda postergarse indefinidamente.

La sustentabilidad ambiental tiene profundas implicaciones estructurales y cotidianas con los procesos productivos, de calidad de vida, de competitividad, de organización urbana, de éxito nacional, de valores culturales, de prosperidad familiar, de convivencia local e internacional, de desarrollo tecnológico-industrial, de investigación científica, entre tantos otros aspectos críticos para el desarrollo del país.

Por ello, no deben polarizarse prioridades y mucho menos contraponerlas. La idea consiste en formular mejor las urgencias nacionales y confirmar la voluntad política de que entre ellas es necesario potenciar, en forma sinérgica, la protección ambiental, el uso duradero de los recursos naturales y en general, la integridad de los ecosistemas. Es decir, salvaguardar la base natural que posibilita nuestro desarrollo.

El tema ambiental debe estar en el centro del debate nacional, porque es central para el desarrollo. Marginarlo, o peor aún ignorarlo, es negarle viabilidad a nuestro desarrollo. Para ello, es preciso debatir las ideas y los planteamientos que centran su atención en la crisis ecológica, económica y social que padecemos, y orientar mejor y más eficazmente todas aquellas acciones que buscan mejorarla.Dar, en suma, un impulso definitivo a la política ambiental que le dé la importancia que tiene, y la sitúe en su justa dimensión. Para ello se requiere la rectoría de un Estado fuerte que sea garante de su atención en el corto y largo plazos.

Son necesarias políticas públicas diseñadas integralmente, con visiones de futuro a más largo plazo y que asuman que la dimensión ambiental es una condición indispensable para la viabilidad de las actividades económicas y el bienestar de la población.

Es impostergable colocar en un primer plano a los asuntos del medio ambiente dentro de las instituciones gubernamentales. Las áreas encargadas de la política ambiental deben ser más robustas para influir en todo el aparato gubernamental, tanto a nivel federal, como de manera especial en los estados y municipios. Para ello, habrá que reorientar de manera profunda las prioridades y la forma de elaborar, asignar, ejercer y evaluar el presupuesto: la cuestión ambiental debe ser mejor considerada en la aplicación del gasto público. Los apoyos políticos y los presupuestos destinados a la conservación de la naturaleza, a la contención del deterioro y al fomento de procesos sustentables, deben crecer sustancialmente, no sólo los que provienen de los recursos fiscales, sino de todas las fuentes posibles.

En tal virtud, una Estrategia Nacional y Estatal de Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo requiere:

• Procesos productivos y de consumo eficientes.

• Integración de las políticas económicas, sociales y ambientales.

• Incorporación del enfoque territorial.

• Complementación de las medidas regulatorias con las que integran las decisiones económicas y ambientales.

• Gestión concurrente entre los distintos órdenes de gobierno.

• Articulación de las capacidades gubernamentales con las sociales.

• Modernización del marco jurídico.

• Fortalecimiento de la educación ambiental.

• Consolidación de las orientaciones vinculadas a la conservación y aprovechamiento del patrimonio nacional en el sistema nacional de ciencia y tecnología.

• Cumplimiento de los acuerdos multilaterales y su concreción en la agenda nacional.

De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la degradación ambiental se define como el proceso de alteración de las características que determinan la calidad del ambiente, produciendo su deterioro y la disminución de la capacidad del mismo para mantener a los seres vivos.

La degradación ambiental ocurre principalmente como resultado de factores socioeconómicos, tales como el crecimiento poblacional, crecimiento urbano, intensificación de las actividades agrícolas, el uso indiscriminado de combustibles transportes y la sobreexplotación de los recursos naturales, así como la pérdida de la cobertura vegetal.

En el estado de Chiapas las principales causas de degradación ecológica, históricamente han sido el crecimiento de la frontera agrícola, áreas de agostadero para el ganado, así también la degradación gradual de los ecosistemas por su explotación desmedida y la pérdida gradual de especies arbóreas por la deforestación para autoconsumo, así mismo el crecimiento de plantaciones de cafetales en las áreas de selva. Los pobres de las zonas rurales son los más afectados por esta situación porque, por lo general, para subsistir dependen de los recursos naturales que tienen a su alrededor.

Las áreas con mayor degradación de los ecosistemas en los últimos 25 años en el estado de Chiapas se localizan en su mayoría del centro al norte del Estado, la zona boscosa de los Altos de Chiapas y la zona de Selva de Ocosingo, Palenque, Marqués de Comillas y Benemérito de las Américas.

El agua de la que disponemos para el consumo y el desarrollo económico es cada vez más escasa. Se sobreexplotan muchos de los mantos acuíferos y existe una grave contaminación de los cuerpos de agua. Los avances reales obtenidos en materia de tratamiento y reuso de aguas residuales son verdaderamente precarios. No hemos podido frenar la deforestación, por lo que perdemos año con año grandes extensiones de bosques, selvas y matorrales – en los últimos 25 años Chiapas ha perdido más de un millón de hectáreas de bosques y selvas; la enorme riqueza en biodiversidad de nuestro estado se dilapida cotidianamente, y el deterioro de las tierras es intenso y acelerado. 

Persisten problemas de contaminación del aire en las principales ciudades del país, con umbrales nocivos para la salud humana. Tenemos serios problemas de disposición de residuos sólidos y el crecimiento urbano continúa de manera extensiva y desordenada, agudizando los problemas y comprometiendo las funciones de las zonas periurbanas. La mayor parte de los desechos peligrosos no reciben ningún manejo especial y crecen los riesgos que generan las infraestructuras industriales sin planificación. Por otro lado, existe tal presión sobre los recursos marinos que amenaza la existencia de varias pesquerías, mientras que muchos ecosistemas costeros se encuentran en serios problemas de desestabilización ecológica. Esta situación ha degradado la calidad de vida de todos los que aquí vivimos.

En el contexto teórico, la sustentabilidad del desarrollo implica la integración de una visión que considere aspectos ambientales como la base para las actividades que den sustento a la demanda social y permitan la construcción de la economía a corto, mediano y largo plazo. Este concepto no se ha logrado reflejar en la delimitación de las políticas de gobierno mediante las cuales se articulen las instituciones en la búsqueda de una imagen común para el Estado.