Caudal arrojo

Por: Nizaleb Corzo.

Voluntad.

Un poco de eso y otro tanto más de capital son los ingredientes suficientes para tomar la determinación –que celebro hoy, con mucho agrado- de mi actual jefe y presidente consejero, don Alberto Bailleres: La fundación de Petrobal. La primera empresa petrolera mexicana privada, después de las recientes reformas estructurales en la materia. Y más aún, que haya pensado en Carlos Morales Gil como su Director General. Uno de los petroleros mexicanos más emblemáticos de los últimos 20 años, me atrevo a decir.

Es de señalar que se trata de un negocio altamente riesgoso. Eike Batista, de Brasil, es un ejemplo de lo que no debe ocurrir nunca en México. Los pozos contratados a Petrobrás por este millonario, no brindaron las ganancias esperadas y todo terminó en la quiebra de su compañía. Se trataba del segundo hombre más rico de América Latina, según Forbes, después de Carlos Slim. Hoy es más pobre que Chespirito –cuya riqueza ascendía antes de su muerte a 1.7 miles de millones de dólares, según ese mismo organismo-. Pasó de ser un hombre con un capital de 56 mil millones de dólares, a tan sólo 200 millones en muy pocos años.

No obstante, la conformación de petrolera del Grupo Bal lleva cocinándose algunos años. La experiencia de tantos años del empresario y su linaje es suficiente para augurarle un éxito consolidado. Y es que la fortuna de más de 18 mil millones de dólares de la familia Bailleres respalda tan distinguida decisión. El ITAM, que también pertenece al grupo, tiene lustros de investigación en la materia. Además de la experiencia adquirida a lo largo de la vida de la minera Peñoles.

Don Alberto acaba de declararse en competencia con las grandes de verdad: Shell, Exxon Mobil, Chevron, Petrobras, Total y Statoil, por decir algunas que ya habían dirigido su mira hacia los yacimientos mexicanos. De hecho, en esta primera ronda de licitaciones, conocida como primer bloque, Petrobal no podrá participar por sí mismo. Tendrá que buscar la asociación en participación de alguna empresa que tenga por lo menos cuatro años de experiencia en operaciones en torno a la extracción de hidrocarburos.

Y como deben haber ya calculado los especialista del grupo que ser petrolero de estreno en estos días no es tarea fácil, resolvieron la ecuación con la presencia del otro Don. ¡Vaya mancuerna!: Carlos Morales Gil. Quien estuvo al frente de la división más exquisita de Pemex, la de Exploración y Producción, por nueve años. Durante su paso por esa entidad emprendió extraordinarias tareas como la explotación del segundo yacimiento de mayor volumen en el Golfo de México, conocida como Ku Maloob Zap; así como la difícil perforación del paleocanal de Chicontepec. También se aventuró en la extracción de crudo en aguas profundas. Todo eso hizo el ingeniero Morales. Por eso está donde está ahora.

Con esta noticia recordé mis tiempos en Pemex. Me vino a la mente cuando hace algunos años, Saúl López de la Torre –a quien aprecio y admiro profundamente desde pequeño y fue quien me invitó hace más de 14 años a trabajar a Pemex-, Carlos Coronado Gallardo –un caballero, gran amigo y más todavía, de Carlos Morales- y yo, viajamos por las diversas instalaciones de Chicontepec por instrucciones del doctor Juan José Suárez Coppel, entonces Director General. Con la finalidad de hacer una evaluación en materia social de la región. 

Admirados durante el recorrido, pudimos ver de cerca cómo la tecnología de punta se dirigía al subsuelo a través de brazos flexibles para atravesar la dura roca de esa zona y extraer el apreciado oro negro. Muchas de esas unidades eran propiedad de la iniciativa privada –texanas en su mayoría-, subcontratadas por la paraestatal para llevar a cabo esa dura tarea. Con orgullo, pudimos notar que quienes dirigían las labores de las operaciones privadas eran viejos expetroleros mexicanos. Jubilados de Pemex brindando su experiencia y conocimientos a compañías extranjeras.

Hay mucha leña de dónde cortar en México para forjar empresas mexicana sólidas dedicadas a las labores del petróleo. Ya existen otras, como Oro Negro. Ojalá se consoliden muchas más. Con el recorte del gasto público, Pemex seguramente dejará salir a la calle a muchos petroleros experimentados con ganas y capacidad de seguir trabajando en torno a la industria. Sólo faltan otros valientes como Bailleres y Ramírez Corzo que le quieran apostar al futuro energético.

Por lo pronto, sólo me resta aplaudir el hecho desde mi trinchera. Son hechos palpables de la nueva era en México. Ya veremos si los beneficios se derraman al resto de los mexicanos, como tanto lo prometieron las reformas y sus ejecutores.