Punto de cruce (29/ene)

El Manejo Integrado de Ecosistemas, Cuencas y Microcuencas con un Enfoque Participativo para Chiapas y el Pacífico Sur. Un Enfoque Metodológico.

Por Froilán Esquinca Cano

De acuerdo a estudios y evaluaciones, se encontró que muchas de las acciones emprendidas para el combate a la pobreza y el uso sustentable de los recursos naturales, se han desarrollado en términos paternalistas, ya que fundamentalmente se ha privilegiado la entrega de recursos económicos para reducir la brecha de inequidad en la distribución del ingreso, pero se ha dejado de lado la capacidad de los actores locales en generar los satisfactores necesarios para mantener su existencia, realizando acciones con beneficios en el corto plazo, pero insostenibles en una línea de tiempo de larga duración.

El modelo de enfoque de ecosistemas, según la Convención de Biodiversidad, propone contribuir a su manejo sustentable, contribuyendo a las metas de combate a la pobreza y creando o fortaleciendo las capacidades locales que lleven a la sustentabilidad de los procesos, tanto biológicos como sociales.

Sobre la base de recursos naturales, la sociedad los aprovecha con los medios disponibles a su alcance, para intentar satisfacer necesidades materiales y espirituales, de esta manera busca la mejor forma de obtener rendimientos inmediatos que subsanen sus carencias, ya que las zonas donde se desarrolla el proyecto, presenta grados de marginación de altos a muy altos.

Al hacer uso de los recursos naturales y con la intervención de agentes externos, en primera instancia, se busca compatibilizar las necesidades humanas locales con las metas de conservación y desarrollo, lo que llevará a mantener un equilibrio ambiental dentro de un espacio territorial que en última instancia corresponde, su planeación y manejo, a las comunidades locales mediante procesos participativos para el ordenamiento territorial.

Sin embargo, la participación de agentes externos oficiales condiciona los éxitos en el manejo de recursos naturales, en innumerables casos, la política pública está orientada a cubrir la demanda social inmediata sin programas de largo plazo y carece de visión participativa y de largo plazo para lograr las metas del desarrollo nacional y local.

De esta manera, al involucrar a agentes externos sin compromisos oficialistas y las instituciones gubernamentales de avanzada que han comprendido la necesidad de la toma de decisiones a nivel local y la relación entre medio ambiente y desarrollo; se puede acercar a las comunidades a un verdadero manejo sustentable de los recursos naturales, mediante prácticas de uso a niveles de equilibrio con el medio ambiente.

Bajo este esquema y considerando que el agua es un recurso escaso y los datos aportados por instituciones locales e internacionales, nos dan un panorama alarmante para, no solo el mantenimiento de la biodiversidad, si no de la propia  sobrevivencia de la especie humana en un futuro no muy lejano, con el enfoque de planeación y manejo por cuencas, como la unidad territorial de manejo ambiental y social,  se permitirá la planeación de los recursos naturales bajo un sistema participativo y de ordenamiento del territorio, donde los actores locales reconocen su espacio, realizan el aprovechamiento de sus recursos y tienen en mente el impacto a nivel regional y global del manejo adecuado de sus recursos.

Los diversos sectores de la sociedad perciben a los ecosistemas de acuerdo a sus necesidades económicas, culturales y sociales. Los indígenas y otras comunidades locales que viven en el lugar son actores importantes y sus derechos e intereses deben reconocerse. Tanto la diversidad cultural como la biológica son componentes centrales del método del ecosistema y el manejo debe tomar esto en consideración. Las elecciones sociales deben expresarse tan claramente como sea posible. Los ecosistemas pueden manejarse de acuerdo a sus valores intrínsecos y por los beneficios tangibles o intangibles que brindan a los humanos, de una forma justa e igualitaria.

Los sistemas descentralizados conducen a mayor eficiencia, efectividad e igualdad. El manejo debe involucrar a todos los actores y balancear los intereses locales con el interés público general.  Mientras más cercano sea el manejo al ecosistema, mayor será la responsabilidad, la pertenencia, la participación y el uso del conocimiento local.

Por lo que, cualquier programa de manejo de ecosistemas debe:

a) Reducir las distorsiones del mercado que afecten negativamente a la diversidad biológica

b) Alinear incentivos para promover la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad

c) Internalizar los costos y beneficios de un ecosistema dado, en la medida de lo posible.

Los límites del funcionamiento del ecosistema pueden afectarse en diferente grado, de acuerdo a condiciones temporales, impredecibles o artificiales, y correspondientemente, el manejo debe ser cauteloso.

El uso de los recursos naturales debe de contemplar tres puntos esenciales:

1.- La propia sustentabilidad de los recursos, esto nos lleva en muchos casos a la modificación de las prácticas de aprovechamiento, y a fomentar el conocimiento local sobre los ecosistemas y la relación de los individuos con su territorio.

2.- La creación de ingresos por el uso directo de los recursos naturales y el pago de los servicios ambientales que generan los ecosistemas, respetando el derecho de uso o beneficio global del medio ambiente, pero también la legitima propiedad del territorio.

3.- El manejo y beneficio por el uso de los recursos naturales deberá de contemplar la revalorización de la función del individuo como integrante del ecosistema y dentro de una red social que busca el beneficio común y refuerza los lazos internos que mantienen la cohesión de grupo. En este sentido, se deberá de buscar la equidad en las responsabilidades, toma de decisiones y reparto de los beneficios entre hombres y mujeres. Según la FAO, la viabilidad de compatibilizar el manejo del bosque con el combate a la pobreza es una prioridad, para el año 2010 las tierras agrícolas habrán aumentado de 760 a 850 millones de hectáreas en los países desarrollados, lo que implica el deterioro de zonas boscosas. En el mismo sentido, menciona que el valor de la explotación de la madera en los países en desarrollo alcanza una cifra de más de 10 mil millones de dólares, sin embargo, las comunidades aledañas a las zonas forestales se mantienen en grados de marginación y pobreza grandes al no distribuirse de forma racional los beneficios económicos.

4. El manejo de los recursos naturales, bajo una perspectiva regional, cuenca o ecosistemas, podrá conducir al mejoramiento de la calidad de vida de la población, permitirá conservar los recursos naturales y fomentara la creación de redes sociales con la capacidad de respuesta e interlocución ante los procesos económicos, los conflictos sociales y la implementación de políticas públicas.

5.- La complejidad de la atención integral

Los principios que orientan al Convenio de Diversidad Biológica y que reconoce la importancia de la diversidad cultural, el aporte del conocimiento tradicional y sus formas autóctonas de tecnología, la necesidad de la conservación, uso sostenible y la distribución justa y equitativa en el acceso y distribución de los beneficios derivados de los recursos naturales, del respeto de los Derechos Humanos y de la equidad de género e indígenas.

La estrategia operativa del Modelo de Manejo Integrado de Ecosistemas, (Esquinca,F, 2001),es formar primeramente Grupos Comunitarios de Trabajo (GCT) y posteriormente, estos se integrarán a los Comités Locales de Manejo o a instancias de participación subregionales que integran el COBIDES (Comités para La Biodiversidad y el Desarrollo Sustentable).

Como el instrumento básico para el manejo de los recursos naturales, el proyecto implementa 3 niveles de planeación, considerando como base los Planes Comunitarios (aplicados a los asentamientos humanos), los Ordenamientos Ecológicos Comunitarios (implementado en los núcleos agrarios) y finalmente el Plan Ecoregional (para la Subcuencas).

REFLEXION FINAL

A lo largo de la sistematización de la experiencia y las lecciones aprendidas del Manejo Integrado de Ecosistemas, se exponen las lógicas que asumen los procesos de construcción y fortalecimiento de alianzas entre los gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y grupos campesinos, enfatizando los principales desafíos, retos y lecciones aprendidas a lo largo de un proyecto. 

Esta sistematización de experiencias y lecciones aprendidas, responde al propósito de dar luz sobre el modo en que ciertas complejidades inherentes a la articulación interinstitucional han sido enfrentadas de manera positiva en los casos piloto. Asumido, de este modo, la gestión del desarrollo local, así como la concreción del tipo de alianzas que dicha gestión reclama, constituye un proceso complejo de aprendizaje y reconocimiento de actores territoriales diversos, que adquiere lógicas particulares de acuerdo a las características espaciales, socioeconómicas, culturales e institucionales propias de cada realidad local singular.

Como enfoque orientado a la acción en el manejo integrado de ecosistemas, el desarrollo local constituye, ante todo, un proceso de construcción colectiva y aprendizaje continuo, que demanda la generación de redes de confianza, la coordinación de acciones y compromisos explícitos por parte de los actores de diversa naturaleza, así como la producción de conocimiento pertinente para orientar la toma de decisiones. Por lo tanto, atendiendo a la complejidad inherente a estos procesos, la difusión de las “lecciones aprendidas”, en la trayectoria seguida por experiencias que aparecen como positivas, resulta fundamental para contribuir a un tipo de comprensión encaminada a superar obstáculos e idear alternativas singulares.