¿Qué es liderazgo?

Por: Dr. Alejandro Pastrana Valls

México se encuentra en el período de consolidación democrática. El sistema político es considerado como una democracia muy joven; por lo tanto, es indispensable establecer y fomentar Instituciones sólidas que tengan presencia y funciones claves para el desarrollo democrático. Esto será resultado de una visión de estadista generada por líderes auténticos.

En la actualidad políticos van y vienen. Políticos mediáticos y carismáticos –producto  de intereses de grupos de poder- o políticos por tradición familiar son los que están dispersos dentro de la esfera del poder político. Pocos de los actores políticos son líderes, pocos conocen el rumbo que deben tomar, pocos son estadistas y visionarios, pocos son los que tienen y tendrán la capacidad de sacar adelante a esta joven democracia.

Algunos individuos se convierten en jefes porque tienen: habilidades, talentos, pasión por lo que hacen o un puesto en el trabajo que les garantiza tener un grupo de personas que dependen de él. Otros son jerarcas de estructuras laborales porque tienen el respaldo económico y político de su familia. Sin embargo, esto no garantiza que sean líderes reales.

Nadie puede ser líder sin tener seguidores. La relación entre líderes y seguidores o simpatizantes es muy compleja. Ésta tiene lazos muy sensibles y se sustenta en una compleja relación moral basada en confianza, obligación, compromisos, emociones y una visión compartida de justicia y; además, comparten una concepción de lo que es correcto e incorrecto (la ética). Por ello, la moralidad del líder dependerá de qué tipo de relación se establece con sus seguidores. 

En el mundo mediatizado en el que vivimos, la información es abundante y se presenta de manera casi instantánea. Esto ha hecho mucho más complejo el análisis ético de los líderes. No se puede entender a un líder sin comprender lo que implica el liderazgo. La integridad y valores éticos son fundamentales. Mucha gente ve al liderazgo como un buen manager, esta es una visión incorrecta.

Para estudiosos del liderazgo, la definición ha cambiado a través del tiempo. En los años veinte estaba definido como la capacidad que tiene el líder de inducir la obediencia, el respeto, la lealtad y la cooperación  a sus simpatizantes. En la década de los noventa, se definía como una relación de influencia entre líderes y seguidores con el fin de reflejar cambios reales en sus intereses comunes. Desde los veinte hasta finales de los noventa, la definición de liderazgo está relacionada con el proceso, acto o influencia que tiene un individuo sobre las acciones de otro individuo. 

En otras palabras, la definición de liderazgo está estrechamente vinculada al concepto de poder. Por ejemplo, Bertrand Rusell define el poder como la “producción de efectos intencionales” (realización); Max Weber, “la probabilidad de que un agente en una relación social estará en posición de llevar a cabo su propia voluntad a pesar de la resistencia” (superación del individuo); Robert Dahl concluye que poder es cuando “A tiene poder sobre B en la medida en que logre que B haga lo que B no haría de otro modo” (imposición).

Sin embargo, dentro de estas definiciones no hay ninguna definición moral. La moralidad del liderazgo se presenta cuándo se responde a la pregunta ¿qué es un buen liderazgo? Esta pregunta está dentro del debate del origen y fin del liderazgo y de las características de un buen líder. Para responder este cuestionamiento es necesario saber cuál es la efectividad del líder en rubros como relación con los subordinados y del cumplimiento de objetivos o metas.

En términos estrictos se esperaría que los líderes que son buenos con sus subordinados tengan mayor probabilidad de alcanzar las metas plantadas; sin embargo, en la realidad esto ocurre en muy pocas ocasiones.  Los líderes más considerados tienen más seguidores sin implicar que sean los más efectivos y eficientes. 

Dentro del análisis académico se distinguen dos tipos de líderes: el generador de acuerdos y el transformador. El líder generador de acuerdos ayudará a los líderes y sus simpatizantes  a suministrarse de aquellos bienes y necesidades necesarios para alcanzar fines mayores. Por su parte, el líder transformador está relacionado con los fines y valores; por ejemplo, la libertad, la justicia y la igualdad. Éste empuja a sus subordinados a niveles mayores de necesidades y a una moralidad más sólida. Esto se puede explicar si se piensa que los líderes transformadores deben de estar en un nivel mayor de valores y de necesidades en comparación con los subordinados. Ello implica que su valoración de los temas estará encaminada a beneficiar a todos por igual. En la gran mayoría de los casos los líderes transformadores tienen un gran carisma, facilitando su movilidad y la implementación de ideas y proyectos.

El liderazgo transformador o generador de acuerdos debe estar sustentando por un líder con dos características fundamentales: integridad y empatía. La integridad está relacionada a vivir de una manera recta y honesta. “Vive de tal manera que cuando tus hijos, amigos o conocidos piensen en justicia e integridad, piensen en ti” (Anónimo). Por su parte, la empatía es un término muy utilizado por el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Para Howard Gardner la empatía es la inteligencia interpersonal, es la capacidad que tienen los individuos de percibir lo que otro individuo puede llegar a sentir. El presidente Obama describe la empatía como “la habilidad que deben de tener los líderes para ponerse en los zapatos de los demás. Ver el mundo a través de los ojos de aquellos que son y piensan diferentes a nosotros”. Esto evita que transitemos por la vida con acciones fáciles de realizar; sin embargo, todo aquello que se haga beneficiará o intentará ayudar a los demás. 

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