MECENAZGO

 

Por Manuel Zepeda Ramos 

Casi dos horas después de que el Presidente Constitucional de la República Mexicana, Felipe Calderón Hinojosa, tomara aparatosa posesión ante el Congreso de la Unión aquel irrepetible primero de diciembre del 2006 en San Lázaro, estuve en una mesa redonda organizada por la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara -FIL2006 en donde el invitado de honor fue Andalucía-, para hablar sobre Mecenazgo y cultura.

 

Allí sostuve, en síntesis, que la tutela de la cultura debería recaer siempre en el Estado, aunque habría que ayudarle. Acababa de fracasar el tema de las industrias culturales en donde, con agraciadas excepciones que lo confirman, el coreógrafo o el director de escena debería de hacerse cargo de la administración y del pago de impuestos -tareas nuevas-, además de montar la coreografía o la puesta en escena, pagar religiosamente los salarios y rogar a Dios para que la asistencia del público fuera la necesaria y copiosa para que provocara la tan ansiada rentabilidad buscada. Además del fracaso empresarial que se veía venir, las depresiones y rupturas de auto estima se reflejaron notoriamente en el gremio artístico. Es cosa del pasado.

Cerca de doce años después, en la Ciudad de México -cuando la FIL da de qué hablar en todo el mundo convertida en la Feria del libro en español más importante del Planeta, nuestros cineastas triunfan por todo lo alto y los cantantes mexicanos también y nuestros artesanos se empiezan a conocer, entre otras fortalezas-, en un auditorio construido por la sociedad civil de los autores y compositores de Mexico, la sociedad civil convoca a los responsables de la cultura de los candidatos a la Presidencia de la República para dialogar por la Reforma Cultural, convocado por Editarte Publicaciones, la Universidad Autónoma Metropolitana y la sociedad civil que organizó una serie de foros por todo el país para analizar y proponer ideas que conduzcan hacia una reforma cultural, cuyos resultados están ya editados y su primera impresión disponible: ¡Es la reforma cultural, presidente! Así es el título del libro.

La reunión ha sido un éxito, sin duda. Basta con decir que estuvieron presentes los representantes de cuatro de cinco candidatos a la presidencia para subrayar mi dicho.

Más que una confrontación, fue un diálogo entre amigos, preocupados todos por el futuro de la cultura nacional, en el que abundaron las propuestas de todo tipo.

Desde una política fiscal acorde al desarrollo de la cultura que la haga atractiva a los inversionistas, el fortalecimiento de la formación cultural desde la enseñanza básica con maestros eficientes y conocedores de las artes y la literatura,

La descentralización necesaria de la vida cultural y formativa de nuestro país, la conservación necesaria de los símbolos de nuestro pasado prehispánico y la urgente reconstrucción de los templos afectados en los pasados sismos, la necesaria autonomía a los centros culturales, la incorporación de los fabricantes de instrumentos y la gran cocina nacional a los proyectos culturales, la movilización de los productos culturales por todo el país para que sean conocidos y admirados por los mexicanos, incrementar los presupuestos para la formación profesional de nuestros artistas, el fomento cotidiano de la interculturalidad, la importancia de que en cada ayuntamiento haya un regidor de cultura, desarrollar a la nueva cultura digital como un gran aliado de la cultura artística, promover el desarrollo del cine en todo el país, pensar en una real ley del mecenazgo que abone al desarrollo de una cultura de la filantropía que se acelera con buenas condiciones fiscales para ello, salarios bien remunerados para los verdaderos artistas, inversión del presupuesto: más para la creación, menos para la administración, entre tantas y tantas propuestas allí vertidas.

Fue un torrente de ideas que habrán de servir para pergeñar proyectos que trasciendan hacia la consolidación de nuestra gran cultura nacional que la integra este pueblo de pueblos que es México.

Creo, sin temor a equivocarme, que llegó la hora de Chiapas en esta coyuntura milenaria cultural y la hora también para el sureste de México. Es la hora de la Frontera Sur.

Tenemos ubicación, miramos a Centro América de manera directa, tenemos espléndidos y modernos teatros que se habrán de convertir en centros de enseñanza y producción para las artes escénicas, la Cultura Maya es nuestro símbolo para el Mundo y por tanto atractivo planetario, la selva lacandona, que es reserva de la biósfera, es un activo para la preservación de la vida y un atractivo indiscutible para el turismo del mundo, nuestras etnias están vivas, produciendo la tierra y hablando su lengua con gramática incluida, nuestros ríos, el Usumacinta y el Grijalva, son tan importantes como el río Nilo: conservan culturas milenarias. Chiapas habrá de ser la puerta de acceso a Centro América y será la cultura el vehículo de apoyo, en Chiapas y en el sureste habrán de producirse las grandes películas y series televisivas para la industria del Mundo.

La frase de Carlos Fuentes que allí repitió Raúl Padilla y agradeció Beatriz Paredes: Salgamos del tercer mundo con nuestra cultura del primer mundo, le viene a la medida al sureste nacional. Miremos al mundo desde el sureste con las enormes fortalezas culturales que tenemos.

Me ha dado mucho gusto coincidir con Beatriz Paredes en torno al mecenazgo del Estado para con la Cultura:

Llegó la hora de convocar a la sociedad civil con seriedad, claridad y respeto. Si no es así, es demagogia.