¿POR QUÉ ESTÁN LAS COSAS ASÍ EN MÉXICO?

-CRIMINALIDAD GALOPANTE, IMPARABLE DELINCUENCIA ORGANIZADA-

Primera parte

Por Julio César Cué Busto

ANTECEDENTE HISTÓRICO

El crimen organizado antes operaba con reglas muy diferentes a las actuales, prácticamente los líderes criminales de las organizaciones delincuenciales, tenían que actuar bajo la anuencia y complicidad de servidores públicos corruptos que ocupaban puestos claves en la administración pública, principalmente de quienes tuvieran personal armado bajo su mando, o injerencia directa sobre de ellos; esto es, quienes dirigían en forma indirecta a la delincuencia organizada eran los representantes de la corrupción oficialista de gobierno. Todo se desarrollaba en “santa” paz.

 

Se debe entender que las instituciones oficiales, sean fuerzas armadas, policiales federales, estatales o municipales, merecen todo el respeto y consideraciones posibles; ya que, las instituciones no se corrompen, se corrompen los titulares en turno o en su caso parte de su personal.

¿Cuál era el estilo antiguo? sencillo “Código Omerta”, nadie decía nada, si una autoridad militar o civil, u otra que fuera necesaria para la actividad delictiva, del nivel que sea, no aceptaba participar en actos de corrupción, no pasaba nada, simplemente los “mañosos” internos o externos, buscaban a otra persona que si quisiera participar.

En esas épocas las bandas del crimen organizado del narcotráfico, trabajaban con sus cómplices (servidores públicos corruptos), bajo el sistema de “destajo”, lo que significaba que en tratándose de droga introducida o transportada en el país, los narcotraficantes pagaban una cantidad de dólares determinada por la cuantía de cada cargamento, o incluso por la clase y calidad del estupefaciente o psicotrópico. En caso de bandas de asaltantes de autotransportes en carretera, les daban su “participación” en efectivo a los servidores públicos corruptos, una vez que lograban vender los productos robados, o en ocasiones con una parte del botín logrado.

Las complicidades entre delincuentes y autoridades eran obvias, pero por lo regular esas estructuras delincuenciales respetaban a las autoridades de ambos fueros, sociedad civil, empresarios, o representantes políticos, en fin se gozaba de una aparente “paz social”, y cuando había alguna pugna o problema, ya sea entre grupos criminales, o de una banda delincuencial con alguna autoridad, siempre se arreglaban las “cosas” con la simple intervención de personajes del más alto nivel, interesados en continuar en armonía y tranquilidad en todo el entorno de esas actividades criminales.

ETAPA DE TRANSICIÓN

Todo se empieza a descontrolar en el transcurso de varios sexenios, conforme van sucediendo acontecimientos relevantes, como: encarcelamiento de líderes del narcotráfico históricos, desintegración de cárteles tradicionales, “ejecución” de narcos por instituciones oficiales, guerras entre bandas criminales, nombramiento de un titular de SEDENA que había sido responsable de una zona militar, en donde se encontró una “central de abasto” de drogas con miles de empleados, que por cierto hubo que liberar porque no había donde recluirlos, designación de un Procurador General de la República, que había sido gobernador de una entidad donde floreció de forma exorbitante el crimen organizado, entre muchos otros sucesos.

Se encrudecieron las rivalidades entre bandas del narcotráfico por disputas personales y territoriales, incluso se rompieron las reglas sagradas de los narcos en disputas, no atacar a las familias, no agredir a mujeres, niños, ni ancianos, respeto de territorios, no meterse con los abogados de ellos, entre otras. Las reglas “sacrosantas” fueron desaparecieron, junto con personajes públicos sobresalientes de la corrupción oficial, que eran respetados o temidos por el crimen organizado.

ÉPOCA ACTUAL

Las agrupaciones criminales antes se podían contabilizar en cientos sus miembros, hoy en día se habla del reclutamiento de miles de personas en cada organización. Todas las reglas han cambiado por parte del crimen organizado, no hay ningún respeto territorial para con ningún grupo criminal, las disputas por las plazas representan guerras cruentas entre los llamados Cárteles de las Drogas, magnificadas por la desfragmentación de los mismos.

Las autoridades locales y federales han tenido una participación sustantiva en el problema, ya que, en una misma localidad, municipio, zona o entidad federativa, en donde dominaba totalmente una sola organización criminal, ahora debido a la facilidad de corrupción consigue una banda criminal rival penetrar en el mismo espacio territorial por el apoyo oficial de otras autoridades del tipo que sea, incluso dándose los casos que la misma autoridad vende la plaza dos veces a bandas rivales.

El problema principal es que con el cambio total de formas y estilos del crimen organizado, todo se ha complicado, ya no pagan a destajo, o simplemente compran una plaza, en la actualidad mantienen una “nómina” de muchos millones de pesos, para garantizar la lealtad y compromiso con las organizaciones criminales; esto es, reclutan en base a su “estrategia infalible” a personal gubernamental selecto, que les garantiza la protección e información permanente para con sus miembros y movimientos, pagándoles una cantidad mensual por los “servicios” que proporcionan al Cártel contratante, convirtiéndose el responsable de la plaza por parte de esa organización criminal, en el jefe o patrón, teniendo bajo sus órdenes al total de personajes, que se encuentran inscritos en esa nómina.

La estrategia infalible es sencilla, aplican la fórmula antigua de la “Ley de los Metales”, plata o plomo, la gran mayoría de servidores públicos involucrados están con amenaza de muerte para ellos y sus familias, está estrategia no falla, la consecuencia es que para poder pagar esas exorbitantes cantidades del monto de la nómina, estas bandas del crimen organizado tienen que ampliar el catálogo criminal de actividades; ya que, antes se dedicaban exclusivamente a tráfico de drogas, hoy secuestran, extorsionan, roban, asaltan, entre otros delitos, e incluso practican descaradamente el famoso “cobro del derecho de piso”, hasta darse el caso que presidentes municipales tienen que pagarlo o los asesinan.

Esta exposición es una especie de bosquejo exageradamente sucinto, el mundo criminal es muy complejo y mutante, en los últimos tiempos las autoridades sólo han demostrado su absoluta ignorancia si quiere uno pensar en positivo, o de otra forma una cínica complicidad con la delincuencia organizada.

Tampoco es que ya tengamos que conformarnos con lo que padecemos; pero para empezar a solucionar el problema se deben desechar todas las estrategias hasta hoy empleadas, y prescindir de una camarilla de supuestos expertos, que únicamente han empeorado la inexistente seguridad pública del país.

En la próxima parte, “LAS POSIBLES SOLUCIONES”.