HOSPITAL DEL ALMA

Por El Duque de Santo Ton

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Querido Duque de Santo Ton:

El fin de semana pasado estuve en Puerto Arista, y a mi novio le picó una abeja en su pene. Siendo una persona bastante sensible a la picadura de este insecto, de inmediato se puso aceite de la moto que era lo que tenía a mano. Se le inflama por horas y no quiere ir al médico. ¿Qué puede hacer? Estoy muy preocupada. ¿Tendrá consecuencias negativas en relaciones posteriores?

Lidia

Tuxtla Gutiérrez

 

Querida Lidia:

Éste es un consultorio sentimental no de dolencias físicas, pero ya que me haces la pregunta debo decirte que las picaduras de insectos son tan graves como grave es lo alérgica que resulte la persona agredida al veneno del bicho. En este caso, lo más importante es sacar el aguijón del cuerpo y extraer el veneno, lo cual, por lo general, se hace succionando. No quiero asustarte pero las cosas se pueden complicar por lo que debes llevar a tu novio con un médico, quiera o no. Por lo de las relaciones sexuales no te preocupes, si la libra volverá a ser el mismo de siempre.

 

Duque:

Varias veces he llegado a mi casa, y he encontrado a mi mamá en la cama con diferentes amigos míos. De hecho prácticamente ya se acostó con todos mis amigos, a los cuales, obviamente, ya no les hablo, así que prácticamente me he quedado sin amigos y sinceramente ya hasta prefiero no hacer nuevos amigos ni mucho menos llevar a nadie a la casa, ya que mi mamá se ha acostado con todos los amigos que le he presentado. No sé qué hacer, esto es desesperante, vergonzoso y perturbador.

Bryan

Tuxtla Gutiérrez

 

Querido Bryan:

Debes ser comprensivo con tu madre, te aseguro que no es capaz de controlar sus impulsos y por eso no deja títere con cabeza. Puede ser que sufra de alguna alteración mental o algún delirio y de ahí su calentura. Creo que tienes razón en no querer llevar a tus amigos a tu casa pues como dice el dicho “¿a quién le dan pan que llore?” Es carísimo, pero lo que ella necesita es un tratamiento psiquiátrico pues al no controlar su libido puede llegar a cometer cosas realmente feas que, por feas, las dejo a tu imaginación. Te aconsejo que investigues si en las clínicas del gobierno pueden brindarle ayuda a tu madre para que vaya enfriando ese fuego que la consume.

 

Querido Duque:

No se sí mi padre se merece tener un hijo como yo, una esposa como mi madre o una hija como mi hermana. Desde que yo era chiquito, mi padre me pedía que hiciera cosas que yo sabía que eran malas, pero yo las hacía porque tenía miedo de que nos abandonara. Ahora tengo 25 años y lo sigo obedeciendo porque no quiero que vaya a abandonar a mi mamá.

Beto

Tuxtla Gutiérrez

 

Querido Beto:

Si lo que te pedía que hicieras, y sigues haciendo, es ver telenovelas, entonces no hagas una tempestad en un vaso de agua y no te pierdas la de las nueve y media en el Canal de las Estrellas, que está muy buena. Ahora bien, si lo que te pedía eran otro tipo de cochinadas, tampoco te preocupes, con toda seguridad, después de tantos años, ese asco ya se convirtió en gusto.

 

Querido Duque de Santo Ton:

Quiero que me digas ¿cómo mato al perro de mi vecino? Antes que nada quiero decirte que no soy un loco asesino de animales, el problema es el siguiente: tengo vecinos nuevos, trajeron a un perro, este animal llora cuando sus dueños no están o sea todo el santo día. Es una tortura escuchar a ese perro de mierda, cuando quiero estudiar no me puedo concentrar, cuando quiero tocar el piano me hace perder la ganas de tocar, hablar con el dueño sería inútil ¿qué le voy a decir?

Giuseppe

Tuxtla Gutiérrez

 

 

Querido Giuseppe:

Creo que estás equivocado en tus apreciaciones, hablar con el dueño del perro es la mejor opción para solucionar el problema. Sin embargo, también es cierto que hay gente a la que no le importa que sus mascotas molesten a los demás y en esos casos deben tomarse medidas más radicales como telefonear al gobierno municipal para quejarte o conseguir un silbato inaudible para los seres humanos pero que atormenta a los animales. De esa manera, cada vez que el perro ladre, tu tocas el silbato hasta que se calle. Con la repetición, lograrás crear un efecto condicionado en el chucho y todos en Santa Paz.

 

Querido Duque:

Tengo seis meses de embarazo, y no tienes idea de cómo se me antoja comer por lo menos dos docenas de ostiones en su concha. Se me ha vuelto una obsesión y hasta sueño las conchas y los limones rebanados con salsa Valentina y galletas saladas. Mi mamá dice que cuando era joven y se embarazaba, comía mariscos crudos y nunca le pasó nada, pero mi ginecóloga me prohibió que lo hiciera. A veces pienso que la doctora es una exagerada y que debo actuar como lo hizo mi mamá y comer lo que se me antoje.

Amaranta

Tonalá

 

Querida Amaranta:

Primero que nada debes recordar que vives en una época muy diferente a la que vivió tu madre cuando estaba en edad reproductiva, y que ciertos animales, sobre todo los mariscos, viven en hábitats que pueden ser insalubres, sobre todo para un pichito. La ingesta de cualquier animal crudo siempre es un riesgo que no creo que quieras para tu bebé ¿verdad?

 

Querido Duque:

Mi esposa siempre ha sido una mujer sexualmente agradable, tanto en lo físico y como en lo espiritual. También es sensual, a su manera. Es una buena madre y una buena compañera. Tras su cumpleaños número 41 comenzó a pensar en ponerse implantes mamarios. La desalenté. A mí me gustaba como era. Se lo demostraba en los hechos. Fornicábamos al menos una vez por semana, y era ella quien me rechazaba cuando yo quería repetir en los días subsiguientes. La elogiaba y gozaba de sus pechos tal como eran. Pero ella se quejaba de que sus dos embarazos le habían provocado la caída de los senos. Le repetí que yo no veía el problema. Pero entre los 42 y los 43 desarrolló una verdadera obsesión por la operación. A tal punto que yo le di mi permiso e incluso el dinero para llevarla a cabo. Pero, desde entonces, me cuesta tocarla. No me imaginé que me daría semejante impresión. Hacemos el amor pero, cuando la veo de frente, pienso en las siliconas y me cuesta. He logrado, con la ayuda de la experiencia de años, y mi imaginación, sobrellevar la situación lo mejor que puedo. Pero sé que no duraré mucho tiempo. Mi organismo se resiste. Por supuesto, no me imagino comentarle el origen de mi desmotivación. Ni siquiera confesarle que estoy desmotivado. Pero no encuentro salida.

Lusitano

Tuxtla Gutiérrez

 

Querido Lusitano:

Por lo que me cuentas, la vida sexual de ambos ya va en picada, pronto pasará a ser una cuestión secundaria y no vale la pena perder una relación de tantos años por una manía contra el silicón. Trata de hacerte el loco, consíguete a alguien que te satisfaga en la cama y deja que tu señora presuma con sus amistades el cuerpo que cree que tiene.