HOSPITAL DEL ALMA 09/06/17

Por El Duque de Santo Ton

(Consultas gratis: [email protected])

Querido Duque de Santo Ton:

Aunque siempre he tenido que esforzarme mucho para conseguirlo, siempre me ha gustado vivir bien, tal como vivieron mis padres y mis abuelos hasta caer en banca rota.

Como he podido me he resistido a la pobreza, he trabajado intensamente, pero sigo viviendo en un barrio residencial, tengo mi propio coche, uso buena ropa, perfumes, joyas, etc. En pocas palabras vivo como una mujer cara y por eso me casé con un “junior” que resultó ser un bueno para nada. Cuando nos casamos tenía un buen empleo y aunque no pude dejar de trabajar, nuestro nivel de vida era envidiable. Sin embargo, de un día para otro lo despidieron de su empleo y su padre le negó el apoyo. El pobre imbécil no pudo superarlo y jamás consiguió otro trabajo o hizo negocio alguno, simplemente se sentó en la sala de la casa a fumar marihuana y a tomar cerveza, mientras yo me rompía el lomo trabajando, hasta que un día me harté, conseguí que una amiga me rentara a buen precio una casa preciosa que no utiliza y me cambié con mis hijas. Él no lo pudo resistir: a los tres días se voló la tapa de los sesos, ahí mismo, en el sillón en el que se drogaba. Yo me hice la desentendida y pedí a mi hermano que llevara a mis hijas al velorio para que se despidieran de su padre, pero la que fue mi suegra, una mujer que se siente aristócrata, me llamó para decirme que yo era la culpable de la muerte de su hijo. Le respondí que la responsable era ella porque había engendrado  un hijo idiota, drogadicto y depresivo. Entonces me colgó el teléfono. Yo no lo he comentado con nadie más que contigo y al parecer ella tampoco ha sacado a relucir el tema en los círculos sociales que ambas frecuentamos.

Josefa

Tuxtla Gutiérrez

Querida Josefa:

Me gusta que te sacrifiques por conseguir lo que te gusta y lamento la muerte de tu esposo. Si de veras te consideras una “mujer cara”, aunque no tengas dinero, debes comportarte como tal y no ventilar tus intimidades en público. Escribir al Hospital del Alma para desahogarte nos divirtió a mí y a los demás lectores, pero no es la conducta apropiada de una dama.  

Querido Duque de Santo Ton:

Estoy casado, pero soy bisexual. Me gustan las mujeres, me encanta hacerles el amor, pero también me gusta que otros hombres me lo hagan a mí. Sinceramente me gusta que me penetren. Hace como dos meses estuve en un rancho cercano a Tonalá y me acosté con tres vaqueros  al mismo tiempo. Me hicieron sentir como una verdadera prostituta: me usó  uno primero y los otros después hasta que se cansaron. Me lastimaron pero me encantó la experiencia. Te aclaro que yo sigo teniendo sexo con mi mujer casi a diario, nuestras relaciones íntimas son intensas. Sé que socialmente la gente que lo sabe debe verme como un monstruo pero, aunque no quiero mezclar las dos caras de mi vida sexual, tampoco estoy dispuesto a renunciar a ninguna de las dos. 

Valerio

San Cristóbal

Querido Valerio:

Nadie tiene por qué juzgar lo que hagas en la cama pero tienes que tener bien claras dos cosas. En primer lugar, tu esposa debe estar enterada de que te acuestas con hombres porque incurres en una práctica de alto riesgo en la que ella podría resultar perjudicada, pero si a ella no le importan ni tu bisexualidad ni tu promiscuidad, no te sientas culpable, entonces  disfrútala. En segundo lugar, debes tener en cuenta que dada la propagación que existe de enfermedades venéreas predominantes en los grupos homosexuales de varones, debes usar siempre condón cuando salga de ti esa loca que llevas dentro, así estés en el hotel St. Regis o en un rancho de Tonalá. 

Querido Duque de Santo Ton:

A veces las personas son crueles y se justifican con el “sarcasmo” para burlarse de los que somos diferentes, pero la verdad es que a veces afecta mucho la forma en los demás se expresan de los demás. Mi madre, mis amigas, mis hermanas y mis primas no se tientan el corazón para decirme que estoy hecha una cerda, que me ponga a dieta, que baje de peso por salud si no me importa mi apariencia, y otras cosas así. Siempre se ríen. Yo sé que soy una puerca pero así soy y no puedo remediarlo ¿qué puedo hacer?

Nora

Tuxtla Gutiérrez

Querida Nora:

Traga hasta reventar. El ser gorda te hace diferente y por eso cargas con las frustraciones de los demás, pero debes demostrarles que si bien te pueden agarrar de su puerquito jamás serás su chivo expiatorio.

Querido Duque de Santo Ton:

Hoy llegué temprano de la universidad y tenía muchas ganas de orinar. El de visitas está descompuesto, por lo que subí al baño de arriba y tanta era mi urgencia que no me fije que se estaba bañando mi madre. La vi completamente desnuda,  tiene 47 años y es hermosa.  Al abrir la puerta ella se quedó pasmada, intentó cubrirse pero no pudo. Cerré rápido pero logré ver sus partes íntimas. Tengo miedo de espiarla a escondidas, porque me excité muchísimo y quiero volver a verla sin ropa.

Héctor

Tuxtla Gutiérrez

Querido Héctor:

Si lo haces con cuidado ¿a qué le tienes miedo? Si lo que sientes es culpabilidad, deja de preocuparte, por ver no se paga. 

Querido Duque:

Siempre he sido muy complicado para las relaciones amorosas, me aburro fácilmente y consideró que controló muy bien mis emociones. El caso es que mi primera vez fue con una prostituta y desde ahí siempre me he sentido mejor con ese tipo de mujeres. Entre las putas he encontrado cosas increíbles y casi siempre que estoy con alguna por primera vez, casi sin excepción, me piden que me quede con ellas más tiempo, que vuelva y que las contacte nuevamente y cuando estamos en la cama noto que las excito de inmediato, a ellas, que están acostumbradas a fingir. A veces llego a pensar que no soy un cliente sino que en verdad nos queremos. No soy feo ni fracasado y realmente sé cómo hablar a las mujeres, sé que estoy jugando con fuego porque cuando quedo de verme con alguna por segunda vez, empiezo a olvidar a que se dedica porque estoy seguro de que ella olvida que soy su cliente. Me atrae mucho la prostitución, es un ambiente en el que me siento a mis anchas.

Gute

Tuxtla Gutiérrez

Querido Gute:

El día que me escribas y me cuentes que no te cobraron por el servicio, entonces creeré que es verdad que esas golfas no te ven como un cliente sino como su novio. Mientras tanto, yo pienso que lo que te sucede es que eres un acomplejado que solamente se relaciona con prostitutas porque al pagar te sientes liberado de la culpabilidad que te produce penetrar sexualmente a una mujer.

Duque:

Tengo un gusto raro por los ombligos de las mujeres, especialmente cuando se les ven accidentalmente. Por ejemplo cuando veo a una muchacha estirándose o que por alguna razón se le ve el ombligo no puedo evitar mirarlo, tengo una amiga que tiene un ombligo metido profundo, que muestra casi todos los días, ya que acomoda su uniforme de tal manera que con el mínimo movimiento se le vea el ombligo y yo me excito.

Óscar

San Cristóbal

Querido Óscar:

Eso que tú tienes en psicología se llama “filia sexual” y consiste en desviar el objeto del deseo carnal a objetos no asociados con la genitalidad propiamente dicha, como en este caso, el ombligo femenino. No te preocupes, mientras no sea una obsesión, es perfectamente normal y casi todos tenemos alguna o algunas.