HOSPITAL DEL ALMA 28/04/17

Por El Duque de Santo Ton

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Duque:

Soy un hombre de 45 años, físicamente feo, pero tengo un buen empleo, gano mucho dinero y tengo una bonita casa. Con la crisis, muchas mujeres inmigrantes desempleadas me buscan para que las contrate de de sirvientas. Les ofrezco el empleo, pero incluyendo sexo, y  la que no quiere, no la contrato.  Hasta ahora he tenido diez sirvientas con estas condiciones. Con las diez tuve relaciones sexuales, y cuando alguna ya no quería, porque pensara que ya no era necesario o porque se aburría, la despedía y buscaba otra ¿Hice mal?

 

Eleazar

Comitán

Querido Eleazar:

Chamba es chamba. 

Duque de Santo Ton:

Estoy enamorado de una mujer chaparra, fea, jorobada y ordinaria ¿es normal?

Junior

Tuxtla Gutiérrez

Querido Junior:

Enumeras los defectos de esa chaparra pero no aludes a sus virtudes, que alguna debe tener.  Si te gusta  algo de ella, claro que es normal.

Duque:

Me gusta ver a mi esposa con otros hombres o que se vaya y tenga relaciones con otros, y que cuando regrese me cuente lo que hizo. Es tanta la excitación que termino haciéndole el amor, al parecer nos gusta a los dos, pero de un tiempo para acá me pone pretextos, dice que está cansada, que le duele la cabeza, a veces que el estomago, o que tiene cosas que hacer; yo le pregunto que si se siente mal al hacerlo o que si ya no le gusta, me dice que si le gusta pero que en ese momento no. La entiendo y le he dado tiempo, he vuelto a insistir y me dice los mismos pretextos, en la intimidad los dos si tenemos relaciones pero ya no se excita igual, la pasión se perdió en ella, siento que no disfruta y no la lleno, hace su vida cotidiana se va a trabajar, atiende a la familia, visita a su mamá y a sus hermanos, no sale a otro lado ni con amigas ni con nadie, no le gusta salir a divertirse, le he preguntado y me dice los mismos pretextos. Le he preguntado que si alguien la ha tratado mal o si la han ofendido, pero me dice que no, Yo le digo que la sigo amando, que lo que hicimos no cambia lo que siento por ella, que si ya no quiere seguir haciéndolo está bien, aunque ya tiene medio año que ya no se va con nadie. También le he preguntado que si se enamoró de alguien, le he dicho que yo lo entendería, pero me dice que no. No sé qué hacer, pues ya no la veo con el entusiasmo de antes, con el brillo de sus ojos de antes, se le han apagado, la veo más estresada, cansada, ya no sé qué hacer. La amo y no la quiero ver así. Gracias.

Artemio

Tuxtla Gutiérrez

Querido Artemio:

Lo único que sucede es que tu mujer está deprimida por puerca. Ella es más sensible y se afecta por las cochinadas que acostumbran hacer. Yo sé que la sexualidad retorcida es sabrosa pero tiene su precio, que en el caso de tu esposa es la depresión. Te recomiendo que la lleves con un sexólogo o con un psiquiatra.

Querido Duque:

Tengo 34 años, soy docente en varias universidades de Tuxtla y tengo el grado de doctor en derecho. Te escribo porque desde pequeño me gustaba que mis vecinas me vieran desnudo o en ropa interior. Ahora que soy adulto,  me gusta que las mujeres y hasta los hombres  me vean desnudo. Finjo descuidos para que observen cuando me baño  y mostrar como enjabono, como me seco, como me visto, como me desvisto o simplemente que me vean desnudo. Me he dejado ver desnudo por mi suegra, por mis tres cuñadas y siempre que tengo oportunidad por las mujeres que frecuentan mi hogar.

Rafael

Tuxtla Guriérrez

Querido Rafael:

Aunque suene paradójico, tu anormalidad es perfectamente normal. Se trata de una perversión conocida como exhibicionismo y la padecen muchas más personas de las que te imaginas. Así que puedes seguir encuerándote sin problema, siempre y cuando no lo hagas frente a menores de edad o agentes de la policía. 

Duque:

Soy una muchacha de 21 años. Hace unos meses probé por primera vez la cocaína, y fue mientras tenía relaciones con otra chava. La verdad lo disfruté muchísimo, gocé como nunca en la vida. Ahora ha pasado el tiempo y no dejo de pensar en ella. No sé si soy lesbiana o solo lo disfrute por las drogas.

Hermelinda

San Cristóbal

Querida Hermelinda:

Eres lesbiana. 

Querido Duque:

Tengo 38 años y nunca he tenido novio, ni he dado mi primer beso. Siempre he pensado que soy fea y el espejo se encarga de de confirmarlo, mi madre dice que es normal que nadie me quiera pues ¿quién podría amar a alguien como yo? Me siento fea por no ser esbelta, ni tener el cabello largo o una sonrisa de modelo, mi autoestima está por los suelos, odió ver a las parejas pasar tomadas, todo el mundo parece tener a alguien y al parecer yo soy la única que no tiene pareja, en televisión, videos, la calle, redes sociales infestadas de parejas. Dime qué puedo hacer. 

Mercedes

San Cristóbal

Querida Mercedes:

Me parece que ya estás grandecita como para hacerte la mártir. Yo conozco muchas feas que han conseguido al hombre de su vida con sólo proponérselo. Si no te gusta ser gorda, ponte a dieta, si no te gusta el cabello corto, déjalo crecer. En fin, con los cosméticos que existen ahora ya no hay mujeres feas sino dejadas. Lucha por lo que quieres y no hagas caso a personas tóxicas como tu madre. El límite de tus posibilidades eres tú misma.

Querido Duque:

Quiero confesarte algo que nadie sabe: aunque soy hombre y tengo 16 años, el otro día fui a una tienda departamental del centro de Tuxtla para robar muñecas, sí, muñecas de plástico.  Comencé a robar muñecas desde el año pasado porque yo las colecciono y no siempre tengo dinero para comprarlas; soy menor de edad y no trabajo debido a mis estudios. He estado robando muñecas por la tentación de tenerlas en mis manos, porque no tenía dinero y de verdad las quería, así que seguí robando muñecas de una en una hasta que ese día que te digo: traté de robarme dos, me las ingenié para ver cómo podía ocultarlas, y las metí debajo de mi pantalón, pero después vi que atrás había alguien observándome, era un guardia, que no me quitaba la vista de encima. Pasaron los minutos y el guardia se alejó, así que fui a paquetería a recoger mi mochila e intente burlar a los guardias para que creyeran que iba hablando por teléfono, todo iba a la perfección hasta que llegué a la puerta de salida y el vigilante me detuvo, y encontró las muñecas entre mi ropa. Me llevó con el gerente de la tienda, un hombre gordo y viejo, que fumaba sin parar, quien me echó un sermón sobre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Luego pidió que me desnudara por completo para verificar que no llevara más cosas, lo cual se me hizo un abuso, pero tuve que obedecer. Cuando me tuvieron sin nada encima porque hasta los calcetines y los calzones me quitaron, el gerente me acarició las nalgas y me dijo que tenía yo cuerpo de mujer. Yo pensaba que iba a abusar sexualmente de mí,  pero acercando su cara a la mía me dijo que tenía dos opciones: o me entregaba a la policía o llamaba por teléfono a mis papás. Yo le supliqué que no lo hiciera y rompí en llanto. Entonces él me volvió a acariciar el trasero, y me pidió que me vistiera, que dejara las muñecas sobre su escritorio y que me fuera a chingar a mi madre. Al salir de la tienda me sentí aliviado, aunque no llevara mis muñecas, pero al poco rato ya estaba merendando con mi familia como si nada hubiera pasado.

Saúl

Tuxtla Gutiérrez

Querido Saúl:

Espero que pronto completes tu colección de muñecas pero trata de buscar otro método para conseguirlas.