La espiral del silencio como arma política

Por juan Rivero valls

 

Nada retrocede tanto como el progreso

Edward Estlin Cumming

 

En España se utiliza un tópico para definir el carácter de los gallegos, tan abundantes en nuestro país desde la mismísima conquista y que bien podríamos aplicar al carácter del mexicano; dice de ellos que, cuando suben, parece que van bajando.

 

Y esto viene a colación porque, a pesar de que las evidencias nos están mostrando que los índices nacionales van caminando hacia una mejora, provocada por las recientes reformas, se insiste en que el país va avanzando al despeñadero, cuando menos a través de las redes sociales y uno que otro comunicador que utiliza y magnifica ciertas informaciones que en otras circunstancias serían nimias, para darles un carácter escandaloso.

Los que mantienen una opinión diferente a la que se manifiesta cotidianamente en las redes sociales, caen en lo que Noelle-Newmann ha denominado como “espiral del silencio” y que no es otra cosa que guardar silencio por temor a ser excluido por no estar de acuerdo con opiniones mayoritarias.

Y es que, como sabemos, la sociedad está conformada por grupos sociales a los que une ciertos intereses comunes y, en el caso específico de las redes sociales, esto es evidente: quienes las utilizan pertenecen a grupos sociales de cierto poder económico y un grado elevado de conocimiento; es decir, los usuarios de las redes sociales son, en su enorme mayoría, gente perteneciente a la clase media con un nivel de escolaridad mas allá del básico.

Para que la espiral del silencio se de, afirma Noelle-Newmann, es necesario que converjan tres cuestiones: A) las sociedad impone unas tendencias mayoritarias de opinión haciendo difícil a los individuos aislarse de las mismas (temen ese aislamiento); por consiguiente, B) los individuos tienden a evaluar el clima mayoritario de opinión como dominante, llegando a renunciar a las manifestaciones de las opiniones propias, las cuales cada vez tienden a quedarse mas al margen y, de este modo, C) las opiniones mayoritarias se escenifican cada vez mas y las minoritarias cada vez menos, entrando en una especie de espiral silenciosa que se agranda paulatinamente.

Así vemos que comentarios y opiniones que inundan las redes sociales y que se convierten en lo que se ha dado por llamar “virales” son mas bien superficiales, no van al fondo de las cosas, pero crean una opinión, en este caso, sin sustento, pero que se convierte en mayoritaria. Es también lo que se conoce con el nombre de fenomenología trascendental, en donde el mundo es aquello que se percibe a través de la conciencia del individuo, y se propone interpretarlo según sus experiencias. 

La conciencia, en este caso, es creada a través de esas opiniones mayoritarias que van desplazando paulatina, pero firmemente, las posibilidades de contar con opiniones propias e individuales pues la experiencia es suplantada por la “viralidad” de esas opiniones mayoritarias. Pudiera considerarse, tal vez, que estas sustituyen a lo que los teóricos de la comunicación de finales del siglo pasado denominaron como  “discurso autoritario” y aunque las posibilidades que dan la red a la democratización de la comunicación, esa “viralidad” asume el papel de la comunicación dominante y autoritaria.

De tal suerte que quienes comparten las opiniones de otros a grado tal de “viralizarlas” no lo hacen convencidos, sino asumiendo su contenido como una “verdad incuestionable”, pero si preguntamos sobre el por qué de esas opiniones, encontraremos en muchos casos que quienes las comparten ignoran el trasfondo de las mismas. Un ejemplo de esto es lo que se ha llamado la “privatización del agua”, cosa imposible de hacer e ignorando que de lo que se trata es de ´permitir la inversión privada en el tratamiento y distribución del líquido que, con seguridad, será beneficioso para los consumidores, pero la primera opinión vertida y “viralizada” nos remite a la idea de que es algo negativo y, sin profundizar en el hecho, se rechaza de antemano.

Quienes no aceptan esas opiniones mayoritarias como verdad, sin embargo, no se atreven a promover las propias por temor al rechazo o la exclusión social; es decir, se crea una espiral del silencio y esas opiniones individuales llegan a sucumbir ante las mayoritarias, creando un halo de negatividad y de inconciencia donde la única alternativa es el rechazo a cualquier acción que provenga de la autoridad, independientemente de si esta acción puede ser benéfica para la población.

 

La "espiral del silencio” que calla las voces discordantes sin necesidad de una imposición violenta, se ha convertido en el arma principal y poderosa de la oposición que utiliza ahora las redes sociales para verter sus opiniones y formar una suerte de “opinión pública” contraria a todo aquello que represente a la autoridad, construyendo una fachada de socialización porque, finalmente, la anonimidad de la información originaria hace parecer que ese mensaje sea, a final de cuentas, un discurso autoritario.