Helicóptero pasado por Conagua

Para los tiempos que corren, es grave. Lo es porque los acontecimientos que se han venido sucediendo en nuestro país han ido transformando a la ciudadanía para con sus gobernantes de manera abrupta y profundamente crítica.

La clase media principalmente, ha sido especialmente analítica. Ha aprendido a ver lo que sucede.

La clase media habrá de jugar un papel muy importante en el desenvolvimiento de México durante los próximos años. Se convertirá en el termómetro social, de lo bueno y de lo malo.

 

La clase media se ha convertido en una clase ilustrada cuya formación de generaciones se enfoca a la educación superior en promedio. Es muy raro que un integrante de las familias de esa clase no acceda a la universidad o a las Instituciones de Educación Superior como asunto de la vida diaria. Es pues una parte de la sociedad mexicana que tiene información y herramientas necesarias para opinar en torno a la marcha del país, con propiedad y capacidad de análisis.

Además, es la clase a la que en los últimos años se le han subido las pulgas de los grandes problemas nacionales, económicos y sociales.

Observa además, con la globalización informativa, el acontecer del mundo con lo sucedido en los países que lo integran en todos los continentes del globo terráqueo.

Lo que antes no importaba acerca de lo que sucedía en el ejercicio del poder porque sencillamente no ocupaba el interés de nadie porque los satisfactores para ver al mundo con optimismo eran reales: Los salarios alcanzaban, se podía ir de vacaciones con toda la familia sin detrimento de la economía nacional, la salud social era de calidad, el transporte público estaba al alcance de todos, el pago de la luz y el agua eran llevaderos. Pero en los días de ahora, decimos, la vida diaria se ha empezado a tornar difícil y el salario empieza a escasear debido a que los profesionales jóvenes egresados de las carreras superiores son contratados en muchas de las entidades federativas de México con salarios de miseria que no corresponden al esfuerzo y calidad de formación pero que tienen que ser aceptados a riesgo de quedarse sin siquiera eso.

Estos acontecimientos y otras variables más, en donde la corrupción y la impunidad ocupan lugar de luneta preferente exacerbando los ánimos de la ciudadanía, hacen con la alianza de las redes sociales imprudentemente observando las 24 horas del día la conducta de quienes ejercen el poder por mandato de la democracia decimos, hacen que la conducta de los servidores públicos se mantenga en un escaparate cristalino a la libre observancia de visión y de crítica inmediata de los gobernados que cada día se pronuncian más al respecto.

Es tiempo que se sepa de una buena vez: La actuación de los gobernantes de los tres niveles en relación con su buena marcha para con la sociedad, está siendo observada y criticada cotidianamente a través de las redes sociales por la “molesta” clase media que ya aprendió a analizar la buena y la mala información que por allí transita, como también la información tradicional representada por la prensa, la radio y la televisión locales, regionales y nacionales.

Lo que se haga y lo que se diga acerca de las tareas emprendidas y comprometidas por los servidores públicos, al lado de los que fueron electos por el pueblo mediante un escrutinio democrático, son evaluadas concienzudamente por el pueblo. Y opina de inmediato acerca de las buenas y las malas acciones emprendidas.

La casita blanca y otras casas en cuestión de los momentos actuales, así como las presas particulares construidas por el simple hecho de quererlo hacer con dineros ajenos al lado de los viajes masivos al extranjero sin juicio y sí beneficio como antes eran criticados los viajes en first class de los funcionarios públicos que iban a Europa a cumplir “misiones importantes” para la buena marcha del país, hoy son profundamente criticados por la ciudadanía de manera exacerbada, cuyos resultados de esas críticas son conocidas por un gran sector de la población nacional a través de las redes sociales.

Lo menos que pueden hacer los funcionarios que trabajan en los tres niveles de gobierno es ser profundamente cuidadosos para no hacer cosas buenas que parezcan malas.

Y cuando son miembros del primer nivel los funcionarios del Ejecutivo Federal que cometen pifias incomprensibles a estas alturas de la película que ya ha dado muestras de un hartazgo evidente de la ciudadanía que las critica y las deplora, se convierten en asunto delicado y de lesa gobernabilidad.

¿En dónde tenía la cabeza el Director General de Conagua al hacer que abordaran él y toda su familia un vehículo aéreo para uso exclusivo de las funciones públicas del organismo que encabeza en el mismo helipuerto de la colonia que habita en el estado de México haciendo evidente su uso como transporte familiar con dineros que le pertenecen al pueblo?

Enredado el asunto, aduce argumentos que más lo complican diciendo que iba rumbo  a un nosocomio a curarse una lesión en la rodilla en plena Semana Santa con muchas maletas y toda la familia, pero diciendo de antemano que ya cubrió el costo del uso del vehículo como si este tuviera matricula XA, esto es, vehículo comercial con licencia para expedir facturas y no la matrícula XC, que son las del gobierno federal y que es el Caso del Augusta al servicio de la dependencia que cuida el agua de la nación. Son argumentos que complican el desaguisado.

Para muchos podría ser un asunto que debiera pasar desapercibido como un asunto sin importancia. El señor Director General de Conagua ha hecho un gran papel al frente de la defensa del mayor y más importante patrimonio de los mexicanos que es el agua. Hace pocos días, por ejemplo, hizo una brillante intervención en Tuxtla Gutiérrez al hablar acerca de la importancia del Agua en su Día Mundial durante la inauguración de esa gran obra de ingeniería que habrá de devolverle aguas servidas tratadas al río Sabinal para recuperar su vida de las garras de la contaminación ambiental. Pero para la clase media que habrá de pagar impuestos, el asunto de marras no puede pasar desapercibido.

Este suceso refresca la memoria sobre aquel representante del Banco de Crédito Rural que todos los días se trasladaba de Querétaro, su sitio de residencia, a la ciudad de México y viceversa, para ir a trabajar a sus oficinas que estaban en la Ciudad de los Palacios.

Nada más que lo hacía en un vehículo aéreo, un helicóptero pues, propiedad del banco que era propiedad de la nación. Le contabilizaron públicamente las decenas de vuelos realizados.

No pasó del escándalo. Eran otros los tiempos.

Tampoco se sabe si desembolsó el costo de los desplazamientos.

¿Cómo habrá de terminar este, también de helicóptero?

 

Estaremos pendientes.