Bonanza ansiada

Por Nizaleb Corzo

 

Humanidad. Hablar de pobreza y hambre en México suele llevarnos al sureste. Situarnos en Chiapas es todavía más específico. Durante décadas se ha respirado la miseria en nuestro estado. A pesar de su exclusiva riqueza por la diversidad de climas, flora y fauna; así como la concentración elevada de agua con respecto al resto del país, las condiciones son deplorables en esa región, paradójicamente. La ubicación geográfica lejana del centro, la baja escolaridad y la deserción recurrente a temprana edad, las barreras culturales por el idioma y sus costumbres arraigadas, la religión, el nulo acceso a la tecnología de punta, el coyotaje en todas sus expresiones y los liderazgos locales ambiciosos e injustos, son algunas de las circunstancias que han orillado a la entidad al límite social de carestía indignante.

 

 

Desde el inicio de este sexenio, La Trinitaria se convirtió en la punta de lanza del programa más ambicioso en materia social para el equipo presidencial, en manos de Rosario Robles, la secretaria de Desarrollo Social. La Cruzada Nacional contra el Hambre. Ahí se dio el banderazo inicial del mismo y frecuentemente parten de esa región para el arranque de entrega de recursos. Apenas el jueves pasado, la secretaria Robles y el gobernador Velasco llevaron a cabo un magno evento en San Vicente para formalizar una serie de apoyos en la región.

 

Me gusta que sea Chiapas, me gusta que sea esa zona. No hay manera de apostar al desarrollo social, si no se comienza desde los más necesitados. El doctor Amartya Sen, premio nobel de principios de siglo, dicta que en cualquier economía el principal factor es el ser humano. Y como eje central, la libertad. En la medida que un ser humano tiene mayores accesos a los recursos básicos, también tendrá las capacidades, fortalezas y actitudes necesarias para avanzar en la cobertura de su escala de necesidades. Eso otorga libertad de movimiento, autonomía absoluta. Y por ende, el mejoramiento de sus condiciones sociales. No se trata de las oportunidades de empleo, ni de las condiciones económicas generales. Se trata de la potencialización de la unidad mínima poblacional, el hombre.

 

Desde la creación de Solidaridad, pasando por Oportunidades, hasta el día de hoy con la citada Cruzada; los programas sociales han evolucionado. Si bien, la plataforma podría parecer la misma, la idea ha progresado sistemáticamente. Se ataca cada vez con mayor objetividad el enfoque de desarrollo humano de manera personal. Se incentiva a la sociedad a transformar la visión de progreso basado en su esfuerzo y el incremento de sus capacidades. Paulatinamente se va abandonando el paternalismo. La metamorfosis de la condición humana es lenta, pero si se dirige bien, es efectiva.

 

De continuar esta medida, en el paso de los años, estoy convencido que Chiapas será un estado distinto. No se trata de modificar las costumbres, se trata de cambiar la visión de la manera de hacer las cosas, desde un punto de vista productivo. El acceso a la educación, tecnología y nuevos procesos son factores importantes, pero con la barriga llena, es más claro. En la medida que estos programas continúen con el enfoque social y se alejen de la propaganda política, su efectividad será aún mayor. Es por el bien de la sociedad y el futuro de la economía del país.

 

Las únicas barreras que habrá que derribar y generar los medios de protección adecuados, son la intermediación burocrática y el coyotaje. Tan dañinos para las economías locales, como para el mismo sistema integral de producción.

 

Bien por Rosario Robles y bien por el gobernador. El impulso del estado será la mejor bandera para las generaciones futuras.