Editorial: Medina Mora, Ministro de la Corte

En lo que podría calificarse como el último sainete mediático que involucrara a los tres poderes de la unión durante varias semanas, el pleno del Senado de la República eligió a Eduardo Medina Mora como nuevo Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en sustitución del recientemente fallecido Ministro Sergio Valls Hernández, a partir de una terna que propuso el Presidente de la República y que la tribuna más alta de la nación sancionó en votación del pleno.

 

No obstante las fuertes críticas -en el Senado mismo incluso-, hacia el que fuera director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, CISEN; Secretario de Seguridad Pública del Poder Ejecutivo Federal, Procurador General de la República, embajador de nuestro país en el Reino Unido y hasta el día de su elección embajador de México en los Estados Unidos de América, entre otros cargos en donde nunca había sido juez, Eduardo Medina Mora obtuvo 83 votos de los senadores, contra cuatro votos para el juez Felipe Alfredo Fuentes Barrera y 15 votos para el también juez Horacio Armando Hernández Orozco. Fueron anuladas 16 boletas de escrutinio.

Eduardo Medina Mora “es un hombre sin atributos judiciales”, dijo en tribuna Javier Corral Jurado, senador chihuahuense por el PAN, al tiempo que otros legisladores señalaron la falta de independencia en la que podría incurrir el nuevo Ministro de la Corte con relación al Poder Ejecutivo, punta de toque de las críticas recientes por supuestos actos de corrupción, comentario que se sale de contexto dado que al Ejecutivo Federal le corresponde por ley enviar una terna  al Poder Legislativo, en donde el Senado de la República se encarga de elegirlo.

Isidro Pedraza, senador por el PRD, dijo que Medina Mora se caracterizó por haber sido “enemigo de la transparencia y de la rendición de cuentas” en los tiempos en los que se militarizó la guerra contra las drogas y que dejó, desde diciembre de 2006, más de 100 mil muertos y desaparecidos.

La izquierda le reclamó en tribuna al ahora Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el operativo antidrogas “rápido y furioso” que consistió desde el 2009 en que agentes estadunidenses permitieron que traficantes ingresaran a México, de forma ilegal, armas de alto calibre con la intención de seguirles la pista a los cárteles de la droga, cuyo rastro no se pudo seguir, por lo que se perdió la ubicación a más de 2 mil armas en nuestro país.

Eduardo Medina Mora respondió al respecto que el gobierno de los Estados Unidos emprendió de forma unilateral y sin avisar al gobierno de México sobre el operativo, aunque algunas pesquisas de la prensa internacional sostienen que si fue notificado.

“Mi actuación ha estado sustentada en la buena fe y en el cumplimiento de la ley”, dijo Eduardo Medina Mora ante el pleno del Senado de la República.

El nuevo Ministro de la Corte se comprometió a “trabajar en el respeto a precedentes judiciales, en la reconfiguración de estándares judiciales y en la construcción del Estado de Derecho”. Al tiempo que Medina Mora emitía estos preceptos, se escuchaba la rechifla de los senadores de izquierda.

Desde que el Presidente de la República presentara la terna al Senado, numerosas organizaciones civiles y partidos de izquierda expresaron el rechazo a la postulación del nuevo Ministro.

Sin embargo, el alto número de votos  alcanzados por Medina Mora en la elección plural y democrática, resulta significativo de un suceso cuyo escenario fuera el Senado de la República.

 

El Servicio Social no se ha perdido

 

Este periódico se congratula de encontrar Instituciones de Educación Superior que hacen del Servicio Social un asunto de gran preocupación para la atención eficiente de los que menos tienen, con el objeto de hacerles la vida diaria menos complicada.

La Clínica Odontológica del Instituto de Estudios Superiores de Chiapas, la Clínica de la Universidad Salazar, es una institución que trabaja intensamente muchas horas diarias para servirle a los chiapanecos de bajos recursos que necesitan de arreglos dentales fáciles o complicados que en otro lugar privado seria sencillamente imposible de poderse hacer por el costo de los trabajos que no estarían al alcance de los bolsillos de los paisanos de bajos ingresos.

De esta manera el IESCH, con su clínica odontológica, se coloca a la vanguardia de las Instituciones de Educación Superior en el estado que pone al servicio de los que menos tienen su infraestructura técnica y humana, calificada, para resolver en los hechos flagelos de salud, caminando al lado del  Sector en su tarea cotidiana de darle soluciones de Salud y bienestar a todos los chiapanecos. Enhorabuena.

 

Enriqueta Lunez

 

La poeta Tzotzil de San Juan Chamula, Enriqueta Lunez,  cuya obra ha sido traducida al inglés, italiano y serbio y que ha participado en un sin número de recitales y ferias de libros, pasó uno de los momentos más tristes de su vida. Fue en el Aeropuerto Internacional Ángel Albino Corzo de Tuxtla Gutiérrez, al ser retenida “por viajar con mi traje regional”, dice ella, por un policía que, desgraciadamente, no tenía la más peregrina idea de quiénes son las etnias de Chiapas.

Pero el asunto no fue solo de retención, sino también de discriminación. Le preguntó que de donde era originaria y, cuando le dijo de dónde, la cuestionó diciéndole: ¿Estás segura que eres de allí? Luego le preguntó por qué llevaba faja; “sirve para amarrarme la enagua” le explicó. Insistió: ¿Qué más lleva en la faja?, ¿Qué más? De manera intimidatoria. “Me sentí agredida”, dice la poeta chiapaneca. Enriqueta llevaba en sus brazos a su pequeño hijo. El policía le pidió que le mostrara su identificación. Le enseñó su acta de nacimiento. Se tomó tiempo el policía analizándola, para decirle que no era su hijo porque no coincidían sus apellidos. “Lea bien, por favor. Mi apellido es Lunez y el segundo apellido de mi hijo es ese”, le dijo Enriqueta. Finalmente reconoció, pero insistió. Le preguntó a que se dedicaba, ella le dijo que era escritora ¡Escritora!, repitió, entre risas.

 

Este suceso bochornoso, creemos que no debe volver a suceder. Al menos en un estado multiétnico y pluricultural como el nuestro -uno de cada tres chiapanecos, es indígena-, en donde debiera haber policías bien formados en este asunto, para no volver hacer el ridículo que tanto nos ofende. El sector al que pertenece el policía debería tomar cartas para preocuparse en formar a sus efectivos en torno a este tema. Lejos de sentirse protegidos por la fuerza pública, los indígenas chiapanecos se sienten discriminados ante la sociedad. Qué pena que pasen estas cosas.