Rescatan sueños de niños migrantes

Colibrí alberga a menores que solicitan asilo humanitario en la frontera sur de nuestro país

Nota y foto “Excélsior”

VILLAHERMOSA, Tab.

Samara tiene 15 años de edad, huyó para tratar de salvar su vida. Ella vivía con su tío, quien fue asesinado por un grupo de malvivientes en Catacamas, Honduras. El miedo se apoderó de ella y decidió poner tierra de por medio, atrás dejó su casa y su familia.

 

Con mucho trabajo llegó hasta Tenosique y pidió ayuda al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y a las autoridades tabasqueñas, así llegó a Colibrí, el primer albergue público del país para Niñas, Niños y Adolescentes no acompañados, Solicitantes de Asilo Humanitario y que opera en el estado de Tabasco.

Elisa García López, titular del albergue, explicó que desde el año 2012 comenzó a incrementarse el fenómeno migratorio de las personas menores de edad, quienes viajan rumbo a Estados Unidos y en su trayecto corren muchos peligros.

Añadió que en su trayecto son detenidos en las estaciones migratorias y necesitan seguridad internacional, pues no reciben la protección de su país de origen, “no se trata de perseguirlos sino de cuidarlos, ya que no pueden ser devueltos a su país de origen porque la mayoría proviene de Honduras, Guatemala y El Salvador, de donde salieron porque su vida corría peligro”.

Elisa García indicó que el organismo asistencial cuenta con un módulo de atención a migrantes no acompañados en Tenosique, donde su estancia es transitoria y en 90 por ciento de los casos eran regresados a sus países; sin embargo, con este nuevo espacio se mejora la atención y si la niña, niño o adolescente cree que necesita asilo, se analiza el caso con el Alto Comisionado y la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado.

Actualmente, en el albergue Colibrí existen nueve adolescentes cuyas edades van de los 15 a los 17 años, ellos reciben alimentos, dormitorio, instrucción escolar y también se les dan talleres para enseñarles un oficio e insertarlos en la vida productiva de la entidad.

Explicó que la diferencia entre asilado y refugiado es que esta última condición se aplica a quienes salen de sus países por persecución, sea por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social y opiniones políticas, por lo que de volver estarían en riesgo su seguridad, libertad y vida. Por eso, atender a estos infantes es un acto de congruencia con el ideal de que la niñez es el valor más preciado de la familia y comunidad, agregó.

Este espacio prevé una estancia mínima de tres meses de los beneficiarios, quienes reciben atención sicológica, alimentación, alojamiento, protección física, estabilidad emocional y acompañamiento pedagógico. El modelo de operación es de Casa Alianza y se promueven valores, se impulsa la reprogramación de sus planes de vida, para que en el futuro sean ciudadanos de beneficio e independientes”, dijo Elisa García.

Señaló que reciben a niñas, niños y adolescentes que tengan autonomía, es decir, sin discapacidades, que no sean drogadictos ni tengan problemas siquiátricos graves, y que la capacidad que tienen es para 28 personas.