Peregrinación y marcha por paz y justicia

Por ENRIQUE GUTIÉRREZ

 

Tuxtla Gutiérrez.- La peregrinación de cuatro días efectuada por cientos de católicos, que partió de Simojovel y recorrió varios municipios como Bochil, Ixtapa, Chiapa de Corzo, llegó a la capital tuxtleca, como parte de varias demandas como la erradicación de la “narcopolítica”, el alcoholismo, la drogadicción y otros males que se han apoderado poco a poco de las comunidades.

 

En el trayecto de cientos de kilómetros, con el sol a plomo a veces, y en ocasiones “resguardados” por el frío, los peregrinos se unieron en una sola voz para pedir, en concreto, paz y justicia. 

Encabezados por los párrocos de Pueblo Nuevo Solistahuacán y Simojovel, Fray Blas Alvarado y Marcelo Pérez, los creyentes izaban el estandarte que, según ellos, los libra del peligro, de la amenaza, de la injusticia, su fe.

“Las Abejas” de Acteal, organizaciones campesinas de otros municipios, sociedad civil, todos unidos por la misma causa, y por qué no, aprovechar el momento para recordar viejas demandas o reclamos que, hasta hoy, las autoridades no han resuelto. Más apoyos al campo, agua potable, rechazo a los medidores digitales, son sólo algunas de las peticiones “extra” que se dejan ver en lonas o pancartas. 

El mensaje de los sacerdotes se escucha desde el templete colocado frente al Palacio de Gobierno: “¡Cristo vive!”, lanza uno de ellos; la multitud, algunos con cruces de madera con los nombres de las víctimas de la injusticia, responden al unísono: “¡La lucha sigue!”.

Bendicen, “se cubren con la sangre de Jesucristo”. Tienen miedo, lo externan, pero se lo sacuden con esa fe que los movió desde la “tierra del ámbar” y los trajo en su propio “viacrusis”, en su “duelo”, ése que viven por el incremento de violencia, de terror en sus calles.

Comienzan las oraciones, las alabanzas, de repente la lectura de algunos versículos bíblicos, y también la suma de otros cristianos que, en sus lenguas nativas, oran, piden por la paz de sus pueblos, por el cierre de cantinas, por una mejor vida. Fueron cuatro días, pero para ellos, la prueba de que Dios los acompaña, los protege, y que escuchará sus plegarias.

 

FALTAN 43

Desde la Escuela Normal Rural Mactumactzá de esta ciudad sale un contingente de casi tres mil o cuatro mil personas, entre maestros, estudiantes normalistas e integrantes de organizaciones sociales y campesinas, para pedir justicia y la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero.

En su caminar, reprochan las injusticias cometidas por las autoridades, quienes para ellos han dejado mucho qué desear, pues la pobreza, la falta de empleo, el narcotráfico, entre otros, siguen arraigados no sólo en la entidad chiapaneca, sino en todo México.

En su recorrido, pasan por el bulevar Belisario Domínguez, se detienen cerca de una conocida plaza comercial, lanzan consignas en contra del capitalismo y las reformas estructurales y prosiguen. Hacen “pintas” en bardas y cristales de negocios. El espray rojo y negro predomina en las diferentes leyendas como: “¡Nos faltan 43!”

 

Otros aprovechan para bajar algunos gallardetes y pendones con la imagen, la mayoría, de políticos que “presumen” su labor como funcionarios. La marcha sigue, el “sol es más quemante”, y arriban a su destino, para fusionarse con los peregrinos y, ahora sí, pedir justicia, unos, los fieles, manifiestan: “¡Cristo vive, la lucha sigue!”, mientras que los otros, sólo cambian de “protector”: “¡Zapata vive, la lucha sigue!”

 

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