Crónica Tuxtlecas ¡HEY, CHAVOS, VAMOS A PINTAR!

(Crónica del grafiti en Tuxtla)

 

Por José Luis Castro A.

 

De pronto, la ciudad de Tuxtla Gutiérrez se convierte en una gran urbe tatuada de grafitis. ¡Había nacido el grafiti ―arte marginal y trasgresor― como un movimiento juvenil contracultural, como una subcategoría de la pintura artística! Eran marcas o inscripciones espontáneas que realizaban los grafiteros, con su propio estilo, en bardas y paredes, tanto en propiedades privadas como en sitios públicos; como una forma de comunicación visual de los jóvenes artistas de finales del siglo XX; y, como una sub opinión social, grafitearon en todas partes de la ciudad, especialmente en barrios y colonias populares. Las pintas se referían a nombres, firmas o seudónimos del artista, declaraciones de amor, consignas políticas contra el gobierno neoliberal, insultos y mensajes cifrados; todo mediante marcas, dibujos, seudónimos e iniciales, con el fin de llamar la atención. El año de 1995 fue solo el comienzo. En el 2000 se fortaleció el trabajo de los nacientes artistas de la calle tuxtlecos. Para el 2005 ya tenían presencia en más de cien colonias. A finales del 2010, estaban totalmente fortalecidos: cientos de pintas en bardas y paredes lo atestiguaron. Marcas, inscripciones y dibujos pintados con aerosol, fueron las evidencias. En algunos letreros se leía: “Grafiteros tuxtlecos dan vida y color al Parque Bicentenario Morelos”.

 

 

―¡Hey, Wey, vamos a rayar! ―grita el Choxter.

 

―¡Ya vas, carnal!...

 

Aún recuerdo que, con el surgimiento del EZLN, 1994 fue el parteaguas del Tuxtla de hoy y el Tuxtla de ayer. En este contexto histórico surgen formalmente las tribus urbanas tuxtlecas, figurando entre ellas la primera generación de grafiteros. El psicólogo José Luis Cañas Martínez, comenta: “En 1995 se notan las primeras acciones de  graffiteros en en Tuxtla: Del lado oriente de Tuxtla se conoció al “Drum”, el “Mater”, al “Ostra”, el “Arpón”, el “Pasto”, el “Coma”, el “Sane”, el “Fuga”, el “Curse”, el “Hueco”, el “Sun” (ahora Sekta), el “Wild”, el ”Silver”. Del lado poniente de Tuxtla: el “Crow”, el “Zurdo”, el “Nasty”. Todos ellos son grafitteros de la primera generación”. Y concluye: “Varios de ellos vinieron de otras ciudades a residir por un tiempo a Tuxtla Gutiérrez, como el “Arpón” que vino de los Ángeles (de familia de dinero), el “Mater” vino de Puebla, el ”Nasty” vino del D.F., al igual que el “Sun” y el “Pasto”. La mayoría eran de buena posición social e hijos de soldados que venían al estado”.

 

Desde entonces, gran parte de casas y edificios hemos llenado de grafitis, obra de arte de auténticos artistas tuxtlecos, pues nos especializamos en el grafiti ilegal (el arte de la calle). En realidad, el grafiti ―como arte multicultural―, expresa sentimientos y palabras con imágenes, es decir, manejamos el lenguaje visual. Allí dejamos plasmado parte de nuestra visión de lo que es el arte-mensaje de la pintura; para que reconozcan nuestra obra y la calidad, y no seamos considerados transgresores por pintar en lugares prohibidos.

 

―Oye brother, ¿eres grafitero?

 

―Simón, güey; a mucha honra, soy artista grafitero.

 

―¿Y sales muy seguido a rayar?

 

―¿Qué pasó carnal? ¡Me confundes! Ya no rayamos las paredes ni los muros ni las bardas, mucho menos las afeamos con nuestro grafiti; al contrario, las hermoseamos artísticamente. Somos artistas urbanos, artistas callejeros como dice la gente. Las nuevas generaciones de grafiteros estamos cambiando el concepto de pinta vandálica a expresión artística contemporánea. Y para que valga la pena el gasto ―en chorros de latas de aerosol―, hemos decidido darle un contenido social a nuestro arte. Hemos comprendido que el mundo del grafiti cambia, evoluciona, se moderniza. ¡Caramba! ¡O cambiábamos o seguíamos rezagados en la clandestinidad! Sólo dijimos: ¡Que siga el graf!...

 

Antes rayábamos por gusto o por necesidad, para protestar o enviar algún mensaje a nuestros carnales, a la sociedad o al pinche gobierno. Hoy en día lo hacemos por gusto, por diversión y hasta por dinero (ya hay gente que paga por nuestro trabajo). Pintábamos en los túneles, puentes, bardas, muros desiertos, escuelas, casas abandonadas, monumentos y donde se podía. Todo a altas horas de la noche, siempre escondiéndonos de las patrullas, de los vigilantes o de los vecinos; es decir, hacíamos nuestro trabajo a hurtadillas de los pinches cerdos (policías). Dice mi maestro de Ciencias Sociales que “El grafiti es uno de los símbolos de la cultura urbana marginal”. Sin embargo, hay mucha gente que cree que nuestro arte (o mi Arte) no es más que vandalismo callejero. La gente tiene que comprender que el grafiti artístico ―legal o ilegal― es una nueva expresión urbana, marginal, pictórica, sociológica y filosófica, una nueva corriente artística del submundo.

 

En Tuxtla Gutiérrez hay muchísimos tags (entre los que figuran: el “Sekta”, el “Mesías o Sicken”, el “Burla”+, el “Nao”, el “Iris”, el “Senck”, el “Darck”, el “Monck”, el “Balam”, el “Peste”, el “Oster”, el “Alen”, el “Noriega”, el “Ower”, el “Droner”, el “Taper”, el “Corner”, el “Sine”, el “Fazter”, el “Beker” y el “Choxter”; y entre las mujeres destacan: la “Niebla”, la “Akir”, la “Linz”, la “Lovely” y la “Fama”) y crews (por mencionar algunos: 5C, 5CK, IFC, FL, IHCF, WK, WR, WC, ADC, YC, HQ, UW, RCF, MNZ).

 

Apenas el año pasado (2010), a invitación de algunas autoridades y con motivo del Bicentenario de la Independencia Nacional y Centenario de la Revolución Mexicana, acercamos a nuestros héroes patrios a la población mediante nuestro arte popular, un concepto joven, más fresco y contemporáneo de ver la historia patria, ¿no creen? Desde entonces, el grafiti legal está llenando de arte las paredes de muchas instituciones o escuelas, entre ellos el “Parque Bicentenario José María Morelos y Pavón”, las escuelas primarias “Marcos E. Becerra”, “Ángel Albino Corzo” y “Francisco I. Madero”, la Escuela Preparatoria número 7 del Estado y la Universidad Autónoma de Chiapas; así como muchos jardines de niños y otros centros educativos o culturales.

 

Ahora ya tengo mi propia página web, imprimí algunas tarjetas de presentación y me anuncio en las páginas comerciales con mi tag (“Wey”). En algunas casas nos dan permiso para pintar, pero pasa la patrulla y nos detiene, nos multan por andar pintando sin permiso. En algunas bardas dice: “Espacio para grafiti”, pero son muy pocos. Seguimos siendo discriminados tanto por las autoridades como los promotores culturales. No les importa que algunos compañeros grafiteros ya les hayan hecho carteles a grupos como: “Maná, Maldita Vecindad, Panteón Roccoco, Shakira, entre otros artistas y cantantes”. Sólo nosotros manejamos el aerosol con maestría, sin utilizar cordones como los pintores de brocha gorda, lo hacemos a puro pulso, sin que se nos chorreé la pintura.

 

―¡Sí que es chido el graf, me cae!

 

Al principio, tapizando las bardas de grafitis ilegal marcábamos el territorio de nuestro barrio. Por las noches, mis hermanos y amigos salíamos a rayar. Hacíamos en una noche varios tags (firmas), bombs y muchas imágenes originales, utilizando muchos colores… ¡y un madral de latas de aerosol! Manejábamos las diversas técnicas, ideas y estilos del grafiti, aunque fueran consideradas obras artísticas efímeras, fugaces, porque eran borradas al poco tiempo. Sin embargo, cada vez nos metíamos más y más en el pedo del arte y no sólo al graf. En nuestras intrépidas aventuras nocturnas, sentíamos como se nos disparaba la puta adrenalina al estar pintando o en las corretizas que nos pegaba la policía o el dueño de la barda que decorábamos sin su permiso. Solamente nos detenían los cerdos cuando nos agarraban infraganti. ¡Y para eso estaba cabrón!

 

―Oye, Wey, ¿forman parte de alguna tribu urbana?

 

―¡A güevos, carnal! Somos una tribu urbana independiente, con una identidad individual (tags) y colectiva (crews). Los grafiteros somos artistas del arte callejero, pero que podemos producir obras valiosas dignas de ser admiradas tanto en bardas como en galerías de arte. Para ello hemos luchado un madral, para que haya un verdadero reconocimiento del arte de la calle y un código de ética entre los grafiteros tuxtlecos, pues no somos bandidos ni rateros; muchos de nosotros somos estudiantes de secundaria, preparatoria o universidad que nos gusta el arte juvenil, de onda gruesa; somos jóvenes que pertenecemos a las llamadas tribus urbanas o culturas juveniles que compartimos nuestras expresiones culturales con otros grupos como los darketos, punks, emos, fresas, hippies, metaleros, patinetos, yuppies, cholos, gruperos y otras bandas juveniles. Hay una relación muy estrecha entre el grafiti y el break-dance, como elementos valiosos de la cultura de la calle. Para cotorrear, nos reunimos en bares, antros y plazas comerciales. ¡Así somos de sufridos y de chingones! ¡A güevos! ¡Salud!... ¡Y que viva el graf!... ¡Ja, ja, ja!…

 

 

―¡Hey, chavos, vamos a pintar!..