Educar para la paz compete a todos: Felipe Arizmendi

El obispo de la Diócesis de San Cristóbal aseguró que la violencia lleva a enfrentamientos que, con frecuencia, generan sangre y muerte.

 

Santiago López

San Cristóbal de Las Casas

 

Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de la Diócesis de San Cristóbal, aseguró que la violencia lleva a enfrentamientos que, con frecuencia, generan sangre y muerte.

“Entre nosotros, la situación en Oxchuc, Chenalhó, Chilón, Tila y en otras partes, no es de paz y serenidad, sino de tensión, que en cualquier momento puede estallar en más violencia. El ansia de poder y la administración de los recursos económicos enfrentan a las personas, a los partidos y a los grupos” destacó el obispo.

En conferencia de prensa, después de la celebración eucarística de mediodía en la catedral de San Cristóbal, lamentó que haya violencia: “en las familias, en los barrios y ciudades, entre grupos y pandillas, entre pueblos y organizaciones. En las cárceles, hay quienes ejercen un poder y un dominio sobre los demás, difíciles de controlar”.

Señaló que durante la semana pasada, se reunieron en Oaxaca, convocados por El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y por la Conferencia Episcopal, los obispos de Chiapas y Oaxaca, más los de Apatzingán, Tarahumara y uno de Monterrey, junto con sacerdotes y laicos, para reflexionar sobre qué les toca hacer ante tantas situaciones de violencia que se viven en el país.

Puntualizó que en algunos casos, la diócesis ha servido como instancia de diálogo, para que las partes se encuentren y busquen soluciones, pues están dispuestos a seguir dando este servicio, sobre todo por medio de la Vicaría de Justicia y Paz.

Arizmendi Esquivel, insistió, al igual que en su mensaje de media semana, que educar para la paz compete a todos; “en primer lugar, a los padres de familia. ¿Cómo? Evitando toda clase de violencia entre los esposos y entre los mismos hijos. Los padres han de educar en el respeto mutuo, en la tolerancia ante las diferencias, en el diálogo como mecanismo para aclarar las cosas y resolver las dudas y desconfianzas”.

“Educar para que haya orden en la misma casa, pero no con gritos y golpes, sino con palabras serenas y respetuosas. Educar para que, en la calle y en la escuela, los hijos sepan respetar los derechos de los demás, y no quieran resolver todo a golpes y amenazas. La paz social se construye desde la familia y las escuelas”.

Se refirió también a los medios de comunicación que son también factores de paz, cuando educan para el respeto entre las personas y no resaltan tanto las violencias y las escenas que incitan al crimen.

“Como Iglesia, en nuestras catequesis, desde la infancia y la juventud, como entre grupos y comunidades, hemos de resaltar los caminos del evangelio para contrarrestar la violencia: saber escuchar, saber perdonar, hacer el bien a quien nos causa algún daño, no responder al mal con el mal, saber amar incluso a los enemigos, y también orar por ellos. Es el método que nos enseña Jesús. Los cristianos tenemos vocación de pacificadores, empezando por nosotros mismos, por nuestros grupos y comunidades. Seamos constructores de paz”, concluyó.