Juan José Bremer: 'Nunca me ha gustado mirar atrás'

A propósito de la reciente reedición de su libro Tiempos de guerra y paz, el diplomático, escritor y promotor cultural mexicano charló con Excélsior acerca del “estado de conflicto y caos” que padecen hoy  el país y el planeta

Nota y foto “Excélsior”

CIUDAD DE MÉXICO.

“No hay crisis que no tenga la cara de una oportunidad”, dice el diplomático, escritor y promotor cultural Juan José Bremer (Ciudad de México, 1944). Su salida en 1985 de la Subsecretaría de Cultura de la SEP —el antecedente más próximo de lo que después sería el Conaculta— para postularse como candidato a diputado fue visto entonces como el final de su ascendente carrera en el sector cultural y para muchos significó un retroceso de la administración pública nacional. Él, en cambio, 30 años luego de su salida, lo ve como la “segunda oportunidad” que tuvo para servir al país.

 

Bremer se mantuvo alejado de México más de veinte años: hizo carrera diplomática y se ocupó de siete embajadas de México en el mundo (incluida la de España, la de EU, Alemania o Reino Unido). “Creo que en la vida pública, a diferencia de otros campos, uno no es plenamente dueño de su destino y a veces cuando las circunstancias le cierran a uno una puerta, hay que saberse abrir una ventana y yo encontré en el servicio exterior una segunda oportunidad de servir a mi país”, cuenta.

A Bremer le sigue costando trabajo hablar de los episodios que le alejaron de la administración cultural mexicana, incluso cuando muchos le veían en los 80 como el idóneo para encabezar la creación de una secretaría para el sector. “Nunca me gusta mirar atrás”, dice. Instalado en su casa de la Ciudad de México (dejó la embajada de México en Cuba en mayo del 2016), Bremer habla sobre la reedición de su libro Tiempos de guerra y paz (De bolsillo, 2017) que se convierte en oportunidad para hablar de Donald Trump, el Brexit, y la reformulación de la política exterior mexicana que, piensa, debe tener el país para aprovechar el momento de “incertidumbre e inestabilidad” que vive el mundo.

En entrevista, el escritor concede su opinión acerca de la recién creada Secretaría de Cultura y de su titular, María Cristina García Cepeda, con quien trabajó durante diez años cuando se desempeñó como director del INBA, entre 1976 y 1982. Pero sigue siendo diplomático: piensa que México va por el camino correcto a nivel cultural y celebra la creación de la dependencia número 18 de la administración pública; también halaga a Maraki, con la que acepta que tiene comunicación constante, pero evade la polémica que lo sacó del INBA en 1982 y también las razones por las que se alejó del sector y evadirse en la diplomacia.

—Si contaba con el respaldo de la comunidad cultural, ¿por qué decidió alejarse de la vida pública cultural?

“Uno en la vida pública no es plenamente dueño de su destino, está uno más limitado por las circunstancias políticas y se me abrió este camino; también decidí ver hacia adelante y no mirar hacia atrás, tomé por completo este nuevo camino, pero nunca perdí contacto con los intelectuales. A todos los lugares que llegué tuve exposiciones que inaugurar, homenajes, presentaciones de libros, actos conmemorativos”.

—¿Su salida de la Subsecretaría de Cultura de la SEP estuvo relacionada con el conflicto que le obligó a salir del INBA en 1982?

“No, fue un mal que me trajo muchos bienes después, fue un momento difícil en que conocí a mis amigos. Es como una poda: conocí a mis amigos y me di cuenta de que tenía muchos amigos, me defendieron mucho; regresé después a la subsecretaría y decidí no volver atrás, casi por salud mental. A lo largo de los años me hice a la idea de no hablar del tema, de ver hacia adelante, fue un momento difícil, claro, pero lleno de oportunidades después, regresé un año después a la Subsecretaria de Cultura, ahí trabajé tres años y ya después me fui a la política exterior”.

En 1982, mientras se desempeñaba como titular del INBA, debió renunciar al cargo luego de que apareció publicado en la revista La semana de Bellas Artes, que auspiciaba la misma institución, un cuento que resultó “ofensivo” para la esposa de José López Portillo, Carmen Romano. Algunas versiones señalan incluso que el caso provocó que elementos del Estado Mayor confiscaran la edición y que se detuviera y torturara al editor Abraham Orozco, quien se había hecho cargo de la publicación.

—¿Qué le parece la creación de la Secretaría de Cultura?

“Siempre creí desde que estaba en Bellas Artes sobre la importancia de crear una secretaría, abogué por ella cuando estuve en la subsecretaría, celebro que se haya dado y creo que, no obstante las grandes limitaciones económicas que estamos en este momento padeciendo, la Secretaría de Cultura tiene una función primordial”.

—¿Para muchos sigue sin funcionar?

Creo que estamos en una etapa de cierre de un sexenio, es una etapa de consolidación cultural, pero ninguna tarea de ningún funcionario agota el tema; habrá temas pendientes por delante, por lo pronto para mi es algo muy coherente”.

Bremer dice que es “muy mala noticia” que el presidente de EU considere que, antes que nada y ante todas las circunstancias, siempre será primero su país. “Hay ya prácticamente una reacción universal de preocupación y no sablemente en EU frente al liderazgo de Donald Trump, en este momento de incertidumbre e inestabilidad es muy mala noticia que ese gobierno tenga la idea de que primero es Estados Unidos, después Estados Unidos y luego Estados Unidos, también es muy mala noticia que no haya el entendimiento que necesitamos de la ONU; necesitamos del sistema multilateral, necesitamos de gobernabilidad económica, necesitamos poner a funcionar el debilitado sistema internacional”.

Pero el diplomático no es catastrofista. Piensa que las condiciones en el mundo no están dadas para ser el caldo de cultivo de un conflicto de dimensiones mayores. En Tiempos de guerra y paz se ocupa de analizar cuatro conflictos internacionales que marcaron la modernidad y en los que siempre se encontró una manera de

entendimiento: la Paz de Westfalia de 1648, el Congreso de Viena de 1815, la Conferencia de Paz de 1919 y la creación de la ONU.

No veo que esté maduro un proceso de enfrentamiento de grandes potencias como estaba en 1914 o como en la guerra

inevitable en 1939, cuando en los últimos meses de ese año fueron marcados por la expansión del nazismo. Hay que revisar qué está pasando en el mar de China, en Europa, en Ucrania, en el Medio Oriente; hay puntos de tensión, pero no quiero ser catastrofista en el horizonte inmediato. Lo que veo yo es una creciente inestabilidad que puede desatar conflictos luego inmanejables”. 

Como en su caso particular, Bremer vuelve a las oportunidades: “Esto nos da una oportunidad y estoy pensando no sólo a mañana sino al futuro inmediato, nos va a dar una oportunidad para que México vuelva a jugar el papel de vanguardia. México ha logrado un lugar en el mundo, porque en ciertos momentos fuimos vanguardia en ideas sociales, en cultura, en movimientos culturales, en creatividad y lo fuimos en política exterior”, acota.