Armando Rosas, un oído forjado por la ciudad

El cantautor charló con 'Excélsior' acerca de sus orígenes musicales y de 'El oficio mío', su disco más reciente

CIUDAD DE MÉXICO.

Todo comenzó en la banqueta. Ahí, en el barrio, Armando Rosas agarró una guitarra y comenzó a tocar. Algo debió haber traído ya, porque aun cuando nadie en su familia se había dedicado a la música, él quiso tomarla como oficio: “Yo estudié en una escuela de esas del IMSS; bueno, primero en la banqueta: ahí con los amigos aprendí a tocar la guitarra y luego entré a una de esas escuelas que daban mú- sica, danza, teatro, bordado. Ahí empecé a aprender mis primeras notas”, recuerda.

 

Tenía entonces diez u once años. “Esa escuela estaba en la calle de San Pablo, en La Merced. Yo estudié en una secundaria que estaba en la calle de Regina, la secundaria número 1, era mi camino y la veía cuando pasaba y me llamó la atención, a mí y a otros compañeros que nos gustaba tocar la guitarra y decidimos entrar ahí en grupito a aprender a tocar nuestras primeras notas”.

Rosas forma parte de la historia musical de la Ciudad de México. Fue parte del llamado Movimiento Rupestre y, mientras acudía a la Escuela Superior de Música, conformó en 1984 la Camerata Rupestre. Su ideario sobre la música surgió de la combinación entre lo que estudió en las aulas y la riqueza de lo popular, entre la música de concierto y las canciones de la Sonora Santanera, Los Panchos o José José, que escuchaba en las calles de la Doctores y la Obrera, las dos colonias en las que creció.

Treinta años después de su primer disco, Tocata fuga y apañón, el compositor tiene una nueva producción y la bautizó en honor a la ocupación que ha abarcado su vida. El oficio mío (Pentagrama) es su nuevo álbum y está compuesto de diez temas que van de la música de concierto a la cumbia, del bolero a la balada y de la danza al reggae o cualquier otro ritmo que Rosas considera conveniente encajar en su música.

Que se convirtiera en una declaración de principios sobre su vida como músico fue circunstancial: “No estaba pensado así, pero el mismo camino azaroso del disco hizo que yo empezara a trabajar canciones donde reflexiono acerca del trabajo que hago”, cuenta. El oficio mío comenzó a fabricarse por oferta de un productor que se topó con Rosas tras un concierto en San Francisco, California. La distancia y la agenda dejaron inconclusa la idea hasta que decidió retornarla en Ciudad Nezahualcóyotl.

Ahí el disco quedó a medias hasta que Malena Durán le pidió a Rosas retomarlo en Mérida. Pero el destino quiso que finalmente fuera terminado en Amberes, Bélgica, donde José Luis Montiel le invitó a trabajar en su estudio. El resultado fue un ecléctico disco que incluye además una Suite bailable, Danza num. 1. Cumbia Zeferina, dedicada al marimbista Javier Nandayapa o El ombligo del mundo, en el que Rosas canta a México con la idea de que es el centro de muchos acontecimientos.

“Muchos años después, ya mayorcito”, de cuando empezó a estudiar en la escuela del IMSS, Rosas inició su carrera formal en la música: “tuve la fortuna de graduarme con Arturo Márquez como compositor, pero no lo tenía yo muy claro dado que en mi familia no había músicos; cuando no tienes cerca el arte es difícil entenderlo como posible forma de vivir”, dice. La fórmula que él empleó para componer su música fue la de observar atentamente a su alrededor.

“Lo único que he requerido es poner atención a lo que va diciendo la gente y de ahí siempre va brotando la música; desde luego está la lectura, pero la atención con la gente que te rodea es lo que va nutriendo tu trabajo y, bueno, pues por otro lado soy un metiche: me meto prácticamente en todos los géneros  que puedo, que me dejan hacer; en los temas de este disco hay géneros muy diversos, hay bolero, reggae, funk y lo que se considera música de concierto, hay una suite para piano”, explica.

“Nutro mi música gracias a que tengo un pie en la mú- sica de concierto y otro en la popular; es algo que siempre me da suficiente material para decir cosas. No es una carretera que yo haya inaugurado, es un derrotero que ya han transitado otros. no sé, Eugenio Toussaint hacía música de concierto y jazz, ambas espléndidas; mi maestro Mario Kuri Aldana hacía boleros y una sensacional música sinfónica. Estar en los dos lados me ha inspirado”, agrega.

Rosas presentará El oficio mío en un recital que se llevará a cabo este sábado en el Teatro de la Ciudad, a las 19:00 horas. Junto a más de 15 artistas invitados, tocará los diez temas del álbum y las rolas que de él todos recuerdan.