Las vísceras de la Constitución

Al menos 400 fotografías y 60 expedientes —documentos inéditos en su mayoría— se muestran a partir de hoy en la exposición Diputados constituyentes de 1916-1917 y su Asociación, que se inaugura a mediodía. Esta actividad se enmarca en el centenario de la Carta Magna mexicana

CIUDAD DE MÉXICO.

Cuando el presidente Venustiano Carranza (1859-1920) murió en Tlaxcalantongo, Puebla, el médico que hizo la autopsia le extrajo el corazón, el pulmón y el hígado; esos órganos los depositó en un frasco, en el que puso una improvisada etiqueta amarrada con lazo. El frasco fue colocado en la gaveta de su viuda Virginia Salinas, en el Panteón de Dolores. Luego, en 1963, estos restos fueron exhumados y trasladados para rendirles honores.

 

La secuencia gráfica que detalla esta exhumación forma parte de las 400 fotografías que integran, junto con 60 expedientes, el archivo de la Asociación de Diputados Constituyentes 1916-1917, que custodia la Biblioteca Nacional. Un total de 614 documentos en su mayoría inéditos.

La exhumación de las vísceras del político y militar que promulgó la Constitución de 1917 y la ceremonia de honor que duró dos días fueron captadas en 40 gráficas, 20 de las cuales se muestran a partir de hoy en la exposición Diputados constituyentes de 1916-1917 y su Asociación, que se inaugura a mediodía en el Vestíbulo del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional.

Rosario Páez, curadora de la muestra, comenta en entrevista que este acto fue una de las actividades más importantes de la asociación conformada por los 218 diputados constituyentes en 1926, la cual perduró hasta 1987, cuando murió Jesús Romero Flores, el último de los legisladores que elaboraron la Carta Magna que aún rige a México.

“Los diputados constituyentes se organizaron bajo tres principios: conformarse como un grupo que participó en la elaboración del proyecto político y social que fue la Constitución, vigilar que la Carta Magna se llevara realmente a la práctica y procurar que la imagen del presidente Carranza siguiera trascendiendo”, agrega.

El archivo, adquirido por la Biblioteca Nacional en 2004, contiene cartas, memorándums, manuscritos, recortes de periódicos, invitaciones a actos de gobierno y ensayos de los diputados, que documentan las actividades que realizaron entre 1930 y 1981.

“Hay, por ejemplo, cartas en las que los diputados solicitan a los gobernadores las Constituciones de sus entidades para ver cómo han replicado la Carta Magna; incluso, en algunas misivas hacen observaciones cuando se ha modificado algún artículo original”, añade Paez.

Dice que a partir de estos documentos pueden reconstruirse las preocupaciones que tenían los constituyentes, “su calidad moral y quiénes eran estos hombres que firmaron nuestra Carta Magna hace cien años”.

La curadora ofrece otro ejemplo. “La mesa directiva de la asociación giró oficios a las secretarías de Agricultura, Economía e Industria, solicitando los nombres de sus empleados que hayan participado en el movimiento de la Revolucón, porque ellos quieren vigilar que sus derechos sigan vigentes, pues ya son personas de edad avanzada y, ante los inminentes despidos, ellos revaloraban a estos hombres que tenían familia y que defendieron al país. Y las secretarías sí les contestaban. Tenían un gran peso moral”, detalla.

Estos legisladores, prosigue la especialista, participaban “en todos los eventos a los que eran convocados, ya sea para inaugurar escuelas que llevarían el nombre de Constitución de 1917 o Constituyentes de 1917, o al aniversario luctuoso de algún diputado constituyente, en diversas partes del país. A través de este acervo se puede ver cómo seguían manteniendo el ideario carrancista”.

Biblioteca y museo

La actitud de los constituyentes se volvía más comprometida y cálida cuando se trataba de promover la imagen y el legado de Carranza. Por esta razón, desde los años 40 del siglo pasado comenzaron a planear la apertura de una biblioteca y del actual Museo Casa Carranza, que finalmente se inauguró en 1961.

Las misivas dan cuenta de cómo fueron solicitando los libros para integrar la Biblioteca Carranza que, en 1943, albergaba mil 362 títulos, de los cuales 839 provenían del acervo del militar, donados un año antes por su hija Julia.

Entre los volúmenes destacan cuatro títulos que el teniente coronel Ignacio Suárez, ayudante de Carranza, conservó durante 23 años. “En 1920, cuando iban saliendo de la Ciudad de México, ante el arribo del Grupo de Sonora, iban a Veracruz huyendo. Carranza, antes de salir, entró a su biblioteca y seleccionó cuatro libros para leer en el trayecto. Le gustaba leer mucho. Leía sobre todo para descansar. Tenía consigo estos libros cuando lo asesinaron”, cuenta la curadora.

Estos títulos son México considerado como nación independiente y libre o sea algunas indicaciones sobre los deberes más esenciales de los mexicanos, de Tadeo Ortiz; Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán; Los incas o la destrucción del Imperio del Perú, de Jean Marmontel, y La vida de Agustín de Iturbide. Memorias de Agustín de Iturbide, de Carlos Navarro.

Los diputados no quitaron el dedo del renglón hasta que se abrió la Biblioteca Carranza, que a partir de 1942 cambió a su actual sede: Río Lerma 35, colonia Cuauhtémoc, en la Ciudad de México.

Tras la apertura del museo en 1961, la Secretaría de Gobernación se hizo cargo de él en 1979 y uno después se remodeló. En 1981 recibió el documento original del Plan de Guadalupe, que se constituyó en una de sus joyas. Actualmente depende del INAH.

Páez aclara que, por todas estas acciones, quisieron rendir un homenaje con esta exposición a los constituyentes de 1917. “Son los cien años de la Constitución y la Carta Magna y don Venustiano estarán muy celebrados. Por eso queremos festejar a los constituyentes y que los jóvenes de hoy los conozcan.

“Que sepan cómo trabajaron estos hombres tan diferentes, pero que permanecieron unidos durante mucho tiempo por un ideal. Unos, como el diputado chiapaneco Almícar Vidal, estudió en Estados Unidos; pero otros, como el potosino Dionisio Zavala, sólo llegó al cuarto año de primaria, pero era líder de los mineros. Son ejemplo de que se puede trabajar unidos si se tiene un mismo objetivo”, concluye.

La exposición estará abierta al público hasta el próximo 3 de marzo.

Reliquias históricas

Los vestigios venerados de personas que son consideradas objeto de exaltación puede tratarse de sus cuerpos, sus huesos o sus cenizas.

Los cráneos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, que se exhibieron en jaulas de hierro en la Alhóndiga de Granaditas.

La pierna izquierda de Santa Anna, construida de madera y corcho.

La momia de Fray Servando Teresa de Mier.

Las cenizas de Agustín de Iturbide en la Catedral Metropolitana.

La mano derecha de Álvaro Obregón.