Rogelio Cuéllar; fotógrafo y coleccionista

En el Museo José Luis Cuevas comienza la itinerancia de la muestra Hacer el cuerpo, que reúne 75 piezas del acervo que el artista de la lente ha reunido durante 40 años de amistad con otros creadores

CIUDAD DE MÉXICO.

Desde hace 40 años, el fotógrafo mexicano Rogelio Cuéllar (1950) ha mantenido un “intercambio amoroso” con diversos artistas plásticos: él les hace un estudio de retratos y les entrega diversas reproducciones impresas y ellos le obsequian una obra. Así nació la pasión del Cuéllar coleccionista, quien poco a poco formó un rico y singular acervo.

 

Ahora, esta colección se exhibirá por primera vez. El Museo José Luis Cuevas es el recinto donde, a partir del próximo jueves, comienza la itinerancia de la muestra Hacer el cuerpo, que reúne 75 piezas, entre pinturas, esculturas, grabados y dibujos, acompañadas por fotografías de los autores hechas por Cuéllar.

El artista de la lente detalla en entrevista que su pasión por el coleccionismo empezó cuando iba en la escuela primaria y adquirió las estampas del álbum de Cerillos La Central. “No lo terminé de llenar, pero todavía lo tengo al 90 por ciento”.

Agrega que a mediados de los años 70 del siglo pasado, cuando comenzó a fotografiar a los artistas plásticos, nació su admiración por la pintura y la escultura.

“Aquí entra algo muy hermoso, porque muchos de ellos son ahora como mis hermanos: Gabriel Macotela, Gustavo Monroy, Arturo Buitrón. Fue fundamental la relación con Macotela, porque es un gran promotor, involucrador, provocador y le gusta sumar, no en balde participó en el Grupo Suma. Ahí entré en contacto con Santiago Rebolledo, Oliverio Hinojosa, toda esta generación que apadrinaba, de una manera u otra, Ricardo Rocha”, añade.

Quien se inició como fotógrafo en 1967 destaca que el acervo de arte se fue haciendo a partir de intercambios fundamentalmente. “Yo les hago los retratos, lo sigo haciendo ahora, un estudio de retratos, reproducción de obra, y les cobro una parte en efectivo, para pagar mis gastos, y la otra con mi pasión. Con los pintores que empiezan, y me gusta su trabajo, no les cobro dinero. Y hay creadores a quienes les pido trabajar un proyecto con ellos por una pieza específica”.

Recuerda, por ejemplo, que Olga Tamayo era algo especial. “Yo sabía que los cuadros de Rufino Tamayo, su esposo, eran caros. Le llevé mis fotos a doña Olga y le dije que eran 10 mil pesos. ‘¡Ay, qué caro eres, hijo!’, me respondió. Y le aclaré que aparte quería una pieza del maestro. Y ella luego luego advirtió: ‘Pero gráfica, desde luego, ¿verdad?’. ‘Sí, doña Olga, claro, claro’, reviré. Entonces me puso dos piezas para que escogiera, pero yo no sabía cuál me gustaba más. Después de cinco minutos, me pidió: ‘Llévate las dos, anda, ya vete’”.

Detrás de cada obra hay una historia cálida de amistad y complicidad, admite quien ha hecho del desnudo fotográfico, tanto masculino como femenino, uno de sus principales temas para captar en blanco y negro.

Y esta admiración por el cuerpo humano se convirtió también en el eje del acervo que alberga en su casa. “Hay una constante en las obras, aunque sean abstractas: la representación del cuerpo. Desde el Chac Mool de Sebastian, una escultura de acero pintado en rojo, hasta un grabado muy reciente de Roberto Parodi”.

OJO DE FOTÓGRAFO

Por su parte, la editora María Luisa Passarge, quien realizó la curaduría de Hacer el cuerpo junto con el investigador Jaime Moreno Villarreal, define a Rogelio Cuéllar como “un amante apasionado del arte y de los artistas. Más allá de su pasión por las obras, está su trato y relación con los creadores. Esto lo hizo empezar a conformar su acervo y lo motiva a continuarlo. La colección es el resultado de su forma de relacionarse con los artistas”.

La directora de La Cabra Ediciones, sello especializado en poesía, ensayo y arte, asegura que el proyecto original de la exposición incluye cien obras. “Seleccionamos primero las que más le gustaban, las poco vistas; pero encontramos que el 60 por ciento de las piezas tenían referencia con el cuerpo. Y escogimos ese camino”.

Indica que la obra más antigua del acervo es un dibujo a lápiz de Cordelia Urueta, hecho en 1936, y la más reciente es el dibujo de Parodi, de 2016. “Es una colección importante, grande y hermosa que se debe promover, sin olvidar que la guía el ojo de un fotógrafo”.

Por esta razón, los curadores conformaron una exposición de arte, pero a la vez muestran en pequeño formato, al lado de las cédulas de las piezas, el retrato que Cuéllar hizo a cada autor. “Esto te genera otras lecturas”.

Passarge adelanta que el catálogo de la muestra ya está listo, pero que están buscando financiamiento para publicarlo. Y que, después del Cuevas, donde estará abierta al público durante un mes, Hacer el cuerpo se presentará en el Museo Fernando García Ponce (MACAY), y el primer trimestre de 2018 en el Centro Cultural Tijuana.