Mapa de las letras estadunidenses ante la era Trump

¿Cuál será el posible rol que jugarán los escritores estadunidenses frente al nuevo y polémico presidente del vecino del norte, y qué autores registrarán los sucesos de los años por venir?

CIUDAD DE MÉXICO.

La literatura estadunidense es poderosa, joven, amena, contundente, heterogénea y tiene la virtud de registrar, parodiar y desmenuzar los hechos de su tiempo. Es una tradición con sólo 200 años de historia con una lista de clásicos que va desde Edgar Allan Poe, Walt Whitman y William Faulkner, hasta Francis Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y Robert Allen Zimmerman —conocido como Bob Dylan—, Premio Nobel de Literatura 2016.

 

Este panorama obliga hacer dos preguntas hoy: ¿qué papel jugará la literatura de EU frente al presidente Trump y qué escritores podrían registrar los acontecimientos de los próximos años?

Para dibujar una aproximación, Excélsior convocó a Hernán Lara Zavala (Ciudad de México, 1946), Bernardo Fernández Bef (Ciudad de México, 1972) y Jaime Mesa (Puebla, 1977) —tres narradores que mantienen un estrecho contacto con esta geografía literaria— a dibujar un mapa aproximado de la literatura estadunidense desde una mirada externa que atestiguará lo que viene con la era Trump.

El primero es Lara Zavala: “En torno al mundo de las ideas es imposible construir muros ni dividir continentes. Imposible. Para fortuna nuestra, las ideas siempre salvarán esos prejuicios, desde la censura hasta las barbaridades que puede decir alguien como Trump. Al contrario, ya verás cómo le va a ir a Trump en términos literarios, cómo servirá de protagonista negativo para la literatura estadunidense... y también para la mexicana”.

El segundo en comentar es Bef: “Supongo que habrá todo tipo de reacciones. Quizá en la comunidad literaria algunos se muestren a favor y otros en contra. Sin embargo, supongo que veremos un gran florecimiento de las distopías en la literatura, con una serie de alegorías sobre la presencia de Trump, así que no me extrañaría que se escriba una nueva versión de 1984 (de George Orwell); me parece que será un periodo interesante de leer y de estar atento a lo que va a pasar dese la literatura norteamericana frente a Donald Trump”.

Sin embargo, Jaime Mesa opina en un sentido distinto: “Creo que (la literatura) no se debería preocupar especialmente por el tema. Porque una literatura preocupada por algo reciente y actual es una literatura que podría irse a lo panfletario... puede haber respuestas inmediatas pero literarias no creo”, advierte.

ESTAFETA LITERARIA

Dentro de la literatura del siglo XXI me gustaría hablar de los novelistas que han destacado más y que tienen en este momento la estafeta de la literatura estadunidense, aunque debo decirte que ninguno de ellos es tan importante como los de la primera o segunda mitad del siglo XX, aunque a muchos todavía les queda mucha obra por delante”, asegura Lara Zavala.

El que le agrada, afirma, es Cormac McCarthy con su novela All the Pretty Horses, en la que tocó un tema tan raro como interesante: la frontera de México, pero vista dese el lado estadunidense.

Hay otro autor muy valorado, al que Excélsior le ha dedicado varios textos: Don DeLillo, de quien me gusta mucho Underworld (traducida como Submundo). Después está el caso de Ann Tyler y Joan Didion; y me falta por mencionar a Philip Roth —que fue de la misma generación de Updike—, que cabe dentro de los judíos y es un gran escritor”.

¿Le darán el Nobel en algún momento?, se le cuestiona. “Lo dudo. Todo es por el political correctness que hay en Estados Unidos, ya que sus novelas son francamente machistas en el peor sentido de la palabra. Además hay algo muy interesante: si vas a enseñar a Roth, casi tienes que pedir una disculpa porque es muy fuerte, al punto en que es considerado pornográfico”.

¿Es un autor incomprendido? “Es un escritor muy bueno, muy judío, pero le tocó vivir en una época donde los académicos son puritanos. Aunado a eso, está su tendencia a seducir mujeres gentiles desde el punto de vista judío”.

¿Qué hay de Joyce Carol Oates? “Es de las escritoras más constantes para obtener el Nobel. Ella dice que su gran novela es Blonde, que es la que más me gusta, donde habla sobre Marilyn Monroe; es una autora prolífica y un poco excesiva”.

¿Thomas Pynchon ocupa un lugar central? “Este caso es el más interesante. Primero por su tendencia a no dar entrevistas. Intenté leer su Gravity’s Rainbow(El arcoíris de la gravedad), pero francamente no pude (terminarla), aunque no cabe duda de que es un figurón. Leí The Crying of Lot 49 y ésta sí me apasionó”.

¿Qué diría de David Mamet? “Que fundamentalmente es un dramaturgo que ha tenido mucho éxito, por supuesto. En cierto sentido es el heredero de Tennessee Williams, pero no lo veo comparable con los ingleses como el caso de Harold Pinter, que fue una revolución.

UN SECRETO GUARDADO

Para Bernardo Fernández, la literatura de EU es una potencia. “Y a pesar de ser una literatura muy joven, es poderosa y ya cuenta con clásicos como Melville, Poe o Whitman, que son muy contundentes y cuentan con una industria inmensa que genera un medio literario de mucho oficio”.

Entre los escritores de su Olimpo personal, refiere a Poe H.P. Lovecraft, Ray Bradbury, de alguna manera Stephen King y Kurt Vonnegut, el autor que migró hacia una literatura sin adjetivos. Alrededor de ellos están Patricia

Highsmith, Raymomnd Chandler y Dashiell Hamet, aunque mi favorito es el italoamericano Ed McBain; y si pensara en dramaturgia me quedaría con Edward Albee.

Pero al entrar en el terreno de los estadunidenses de nuestro tiempo, destaca al secreto mejor guardado de esa literatura: Rudy Rucker, así como a Greg Bear, Catherynne M. Valente y Joe R. Lansdale.

“En particular Rucker y Joe R. Lansdale me parecen autores muy poderosos, aunque hasta el momento ninguno de los dos se ha consolidado como la celebridad literaria que merecería ser. Pero si debiera apostarle a una quiniela... lo haría con ellos dos”, dice el novelista y dibujante.

¿Qué diría de Rucker? “Que es un matemático con una narrativa impresionante, así que destacaría la tetralogía de novelas ware: Software (1982), Wetware (1988), Freeware (197) y Realware (2000), que es prodigiosa. A mí me gusta mucho Don DeLillo, pero Rudy me parece mucho mejor escritor”.

¿Qué elementos de la literatura estadunidense destacaría? “Su sentido lúdico, su ambición literaria y la gigantesca diversidad de voces con que cuenta, desde William Burroughs a Harper Lee, y de Carol Oates a Ray Bradbury; en gran medida se trata de una literatura amena y bastante ambiciosa”.

¿Cómo influyó esta literatura en América Latina? “Una de las influencias mayorees vino de Faulkner e incidió directamente en la literatura latinoamericana. Estamos hablando de Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez y del propio Carlos Fuentes; es una influencia riquísima que tiene que ver con la creación de lo que él mismo llamó el Yoknapatawpha county (condado ficticio en el noroeste de Misisipi), pues él decía que escribía sobre un lugar tan pequeño como una estampilla, pero tan valioso como una mina de oro.

PODEROSA AMBICIÓN

Por último habla Jaime Mesa, quien reconoce que el Boom literario adoptó los logros de la literatura de EU en cuanto a técnicas narrativas, aunque experimentales y efectivas para contar una historia.

“Digámoslo así: Faulkner, Fitzgerald, Hemingway, Dos Passos... le enseñaron a narrar a nuestros abuelos y, ahora, lo vemos como parte de nuestra tradición”.

¿Cómo se conforma su Olimpo literario de aquel lado de la frontera? “Una de las cualidades de la literatura estadunidense es la unión de calidad y cantidad. Hay muchos y muy buenos. Mis favoritos son, de entrada, Scott Fitzgerald y sus hijos y, recientemente, dos líneas muy separadas: Philip Roth y su nieto Jonathan Franzen, y Don DeLillo y su nieto David

Foster Wallace. Pero tengo una especial fijación por autores que a muy temprana edad se fueron a vivir a Estados Unidos desde lugares como Grecia, la antes Unión Soviética o Corea. En este sentido, Jeffrey Eugenides, Gary Shteyngart y Chang Rae Lee son mis nuevos favoritos”.

¿Qué destacaría de su literatura? “Es una de las más vivas, porque no temen adoptar ni tradiciones, culturas ni rasgos de otras tradiciones. Además, me gusta su ambición poderosa de encontrar temas en cualquier lado y no minimizar nada. Son capaces de contar la historia de sus familias o de Norteamérica a partir de la historia de las donas o de los juguetes de nuestra infancia. Para ellos nada es pequeño y todo importa. Por eso, como novelistas, me deslumbran”.

¿Encuentra virtudes y defectos en esa tradición literaria?  “Su principal virtud y su principal defecto es algo que me fascina: la búsqueda incansable e imposible de ese Moby Dick que es la “Gran Novela Norteamericana”, un asunto que nadie ha logrado pero que todos buscan: desde El Gran Gatsby, pasando por Pastoral Americana y Submundo, y yendo hacia La broma infinita. Ese salto al vacío de muchas páginas, donde hay más fracasos que victorias... me ilusiona”.

Entre los escritores contemporáneos que más lo atraen, Jaime Mesa destaca a Don DeLillo, “porque explora la historia y lo general de lo estadunidense; es el gran muralista de nuestro tiempo. También Philip Roth, porque cuenta lo particular: lo sexual, su ser judío, un rasgo breve (a comparación del mundo) pero que nos explota en las manos... y en medio estaría Thomas Pynchon”.

Sin embargo, explica que existe un autor prácticamente desconocido pero imprescindible para la literatura norteamericana. “Se trata de Harold Brodkey, un escritor prácticamente desconocido: Harold Brodkey, que tiene muchos libros y rescato dos: el novelón de mil páginas que es El alma fugitiva y Esa salvaje oscuridad, su más reciente libro”, concluye.