La cultura y el folklore en Chiapas se rehúsan a morir: José Luis Cruz

Jose Luis Cruz cultura y folklore en chiapas

Por ENRIQUE GUTIÉRREZ

Tuxtla Gutiérrez, Chis.- Convencido de que para impulsar los proyectos culturales hay que ser “pata de chucho” y no quedarse sentado en una oficina, José Luis Cruz, promotor cultural, director de teatro, escritor y actor levanta el telón de la realidad en México donde, acepta, “tenemos mucho qué hacer en la materia”.

En una entrevista exclusiva con este semanario en un conocido hotel del lado oriente de esta ciudad capital, el originario de Tapachula, Chiapas, externa su preocupación por la paulatina pérdida de las culturas ante la llegada de un depredador moderno: la globalización disfrazada de consumismo. 

Sin embargo, aclara que no todo está desahuciado, pues existen cientos de grupos independientes ya sea de teatro, música, entre otros, que se resisten a morir o quedarse en el anonimato, y por el contrario buscan que sus voces se impregnen en otras latitudes.

Con cabello largo y barba entrecanos y gafas, las cuales le dan el toque especial a su apariencia, José Luis resalta que él, por su parte, ha tratado de hacer muchas cosas por su tierra, pero a veces se decepciona al ver el desinterés de los servidores públicos, quienes en la mayoría de las ocasiones le dan la espalda a ese rubro.

Asegura que la “Perla del Soconusco” es un lugar abierto al mar, a las culturas, entonces cuando era joven escuchaba muchos idiomas de los nativos, “idiomas que se esparcían en toda la atmósfera, la cual se complementaba con su café, maíz, cacao, plátano, y todo eso la hacía un centro de grandes emprendedores, era pues una ciudad que nos permitía soñar, que la vida tenía que buscarse”. 

UN RETOÑO EN EL ARTE

Pero la raíz de ese interés por la cultura brotó cuando, a sus 15 años de vida, viajó a la Ciudad de México para cursar su bachillerato. Al principio, detalla, su idea era estudiar una ingeniería, pero con el paso del tiempo se involucró más en el arte, “y conjuntábamos la parte técnica con el arte, y ya en el Instituto Politécnico inicio como actor, junto con un grupo de muchachos que se dedicaron a eso y no a la parte técnica… qué paradoja”.

No obstante, tomó una vereda que lo conduciría a un sitio más confortable: estudia Teatro en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), por lo que no sólo se empapaba de conocimientos como físico matemático, sino que combinaba dos carreras a la vez, “después continúo y concluyo mis estudios en la Universidad Nacional (Autónoma de México)”, aclara.

En su vida tanto de estudiante y como profesional, se topó con grandes maestros del teatro como Héctor Mendoza, Juan José Gurola, Luis de Tavira, entre otros que le legaron la parte fundamental de las artes escénicas.

SALTA A OTROS LARES

Su sed por aprender aún más lo lleva al Viejo Continente, donde estudia algunos cursos en Londres y París, “y de esa forma me convierto en un productor, director, hasta que llego a dirigir el Teatro Universitario y también el departamento cultural del Museo de Antropología y empiezo una labor como promotor cultural, aparte de director y productor”. 

Inspirado en autores como William Shakespeare, Sófocles, Eurípides, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Beckett, Octavio Paz, entre otros, José Luis aró un poco más ese campo yermo para cultivar más éxitos, como festivales de danza, música y teatro, además de organizar giras como “La muerte accidental de un anarquista”; esa sed lo lleva a estudiar la dirección escénica más a fondo.

Como actor, ha hecho varias participaciones en películas como “La rebelión de los colgados”, dirigida por Juan Luis Buñuel hijo; “Mariana, Mariana”, “Morir en el Golfo”, entre otras que, dice, le han dejado un grato sabor de boca, done la experiencia y conocimientos adquiridos hoy los lleva metidos en las venas. 

FESTIVAL “OLLIN KAN”, UNA DE SUS MÁXIMAS APORTACIONES PARA MÉXICO

Quien también dirigió radio teatro externa que la vida lo conduce hacia el terreno musical, y cuando era director general de Cultura de Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, crea uno de los festivales más importantes del país, el “Ollin Kan”, con lo que desde hace 12 años parten para formular un proyecto mundial. “Ese festival tuvo mucho éxito, en el primer año vinieron más de un millón de personas a disfrutarlo”.

De hecho, refiere, el “Ollin Kan”, que también viajó a otros países, contaba con 20 escenarios simultáneos y más de 200 grupos no sólo de México sino de todo el mundo; danza, música y rituales se mezclaban en una sola voz. Incluso nace su relación con África, la cual mantiene hasta estos días.

El “Ollin Kan”, con el respaldo de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), “aterriza” en Tapachula, pero se suspendió porque, resalta, “lamentablemente cuando hay cambio de gobiernos, los proyectos pierden esa continuidad”, no como sucede en otras naciones donde sí son retomados.

“Por eso no hay nada, no tenemos memoria, porque lo que hizo un gobierno el otro que le sigue se encarga de borrarlo; somos muy destructivos, y honestamente construir cuesta mucho, destruir no cuesta nada”, lamenta.

Este festival, acepta, ha subsistido porque es independiente, además de que recibe apoyos de los sectores públicos y privados, sobre todo de la sociedad civil, y ha crecido en gran manera. “En él se muestran otras miradas, miradas de grupos en resistencia a desaparecer, y qué más que nuestro estado donde hay culturas en resistencia… sólo veamos las lenguas, algunas de las cuales están a punto de quedar enterradas”.

Es decir que con el “Ollin Kan”, una de sus máximas aportaciones, propuso conformar una programación internacional con base en expresiones teatrales, dancísticas y musicales, propias de las tradiciones antiguas asiáticas, africanas, europeas y americanas.

CHIAPANECOS BENEFICIADOS

Aunque su relación con África no para, pues prácticamente él promocionó y llevó a ese continente a una de las mejores agrupaciones chiapanecas de marimba como Na’rimbo; asimismo “ha conectado” a otras de rock tsotsil como Zak Tzevul a lugares donde jamás se imaginaron estar. 

Pero esta especie de “truque” no se estanca ahí. La danza Butoh, interpretada por Takuye Ishide y Nike Minotau, también ha estado en Chiapas por esa relación que “ha tejido” con los africanos y su cultura, lo que al parecer crecerá aún más con el transcurrir del tiempo. 

Hoy, el dramaturgo José Luis Cruz le apuesta a revivir a una entidad chiapaneca que parece dormida, pero que para él es importante que despierte y, sobre todo, que resista al avasallamiento de la globalización, su acérrima rival. 

Y como él mismo manifiesta: no necesita de una oficina, sólo caminar y caminar, ser pues “pata de chucho” para conocer y darse cuenta lo que a este estado le falta. “Soy un ente volátil y así seré hasta que esté en esta tierra”, concluye.